miércoles, 7 de julio de 2021

030 SECUELAS

 

Los Riders recordarían la purga de la infestación garmoga en Cias como una de las más inusuales de sus largas carreras.

No estaban acostumbrados a encontrarse el trabajo ya medio hecho al llegar a un lugar.

Eso no significó que aún no quedase mucho por hacer para asegurar la situación en Cias.

En el momento en que los Dhar Komai salieron del salto hiperespacial y alcanzaron las capas más altas de la atmósfera del planeta, los Riders pudieron sentir momentáneamente una presencia en la superficie que para sus sentidos ligados al Nexo brillaba como un faro, breves instantes antes de desvanecerse justo antes de que tocasen tierra.

Las siguientes horas fueron de trabajo constante, teniendo que dejar aparcadas las preguntas y las dudas para luego.

Era obvio, de entrada, que los garmoga habían concentrado su atención en una franja de terreno urbano de la superficie durante un tiempo inusitadamente prolongado en vez de propagarse de forma exponencial a otras áreas expandiendo su presencia a través de la masa continental como era habitual.

Algo los había contenido, o distraído, lo suficiente para ganar tiempo al resto de Cias, y ese algo también había causado visibles daños a la horda.

Las horas tras su llegada a Cias, los Riders y sus Dhars procedieron a la limpieza de lo que quedaba de la horda. Los Dhar Komai pudieron esterilizar amplias zonas de la superficie urbana mientras los Aster se ocuparon de rezagados y de escoltar a supervivientes y otros habitantes del lugar que habían optado por el uso de refugios, mayormente subterráneos.

Dichos subterráneos terminaron siendo un considerable quebradero de cabeza cuando se constató que, además de los refugios, la ciudad albergaba un laberinto considerable de túneles, alcantarillado, viejas estaciones de transporte y niveles de profundidad de ruinas de establecimientos urbanos más antiguos que se remontaban a los primeros siglos de colonización del planeta.

Mientras Athea y Armyos cubrieron el exterior, Alma, Avra y Antos descendieron a las profundidades de Cias para dar cuenta de los últimos garmoga.

Cuando volvieron salir al exterior para reunirse lo hicieron cubiertos de la sangre negruzca de sus enemigos, pero también fluidos de otras criaturas nativas que no se habían tomado de buen humor las incursiones.

En aquellos instantes, la calma comenzaba a reinar en Cias. Aún pasarían semanas antes de que algo parecido a la normalidad se instaurase de nuevo. Tropas del Concilio patrullarían de forma constante, se llevarían a cabo labores de esterilización extra y se procedería al examen del entorno.

Un número considerable de edificios con daños estructurales serían derruidos para garantizar la seguridad. Muchas familias tendrían que trasladarse a nuevas viviendas modulares instaladas y los viejos barrios tardarían años en ser reconstruidos. No eran pocos quienes optarían en las semanas y meses venideros por abandonar el planeta de forma permanente si contaban con medios para ello.

Por supuesto, la gran mayoría de dichos problemas se habían concentrado en La Zanja y otros barrios bajos. La Ciudad Alta había quedado relativamente ilesa, con solo algunos daños superficiales derivados de la apresurada evacuación, y algún desperfecto en los pilares de soporte.

Los cinco Riders se encontraban en aquel momento aprovechando un minuto de respiro, sentados en una improvisada área de reunión al aire libre en una de las torres cerca del campamento de operaciones que las tropas del Concilio habían instalado de forma temporal en el espaciopuerto.

Los Dhar Komai sobrevolaban el área sobre sus cabezas, en ocasiones alejándose a grandes velocidades para dar varias vueltas al planeta en improvisadas patrullas de última hora. Por el momento, no parecía haber más presencia de drones garmoga, al menos en la superficie.

En cuanto a la situación del subsuelo, era precisamente el primer punto de discusión.

"Cargas incendiarias y sellado de los accesos, con vigilancia a largo plazo", dijo Antos, "A riesgo de sonar exagerado, creo que es la única forma de asegurar aislamiento, al menos mientras no se traigan a rastreadores especializados."

"¿Cuáles son las posibilidades de que nos hayamos dejado a algún dron garmoga ahí abajo?", preguntó Alma.

"Bajas, pero no inexistentes", Antos desmaterializó su casco para frotarse la sien, algo que imitaron los demás a modo de cortesía dejando sus rostros al descubierto, "No creo que haya suficientes para un rebrote de infestación si se siguen precauciones y se esterilizan los túneles."

"El problema va a ser el gasto de eso", dijo Avra, señalando a la Ciudad Alta, "¿Qué os apostáis que los ricachones de ahí arriba apenas mueven un dedo para garantizar la seguridad aquí abajo?"

"Tendremos que enfatizar mucho nuestras recomendaciones", dijo Athea con tono cortante, "Dejarles claro que hay tratados de acción que cumplir, y que nos sentiríamos muy decepcionados si tuviésemos que volver por segunda vez."

"Nuestra palabra tienen cierto peso, pero no sé hasta qué punto en mundos como Cias", añadió Armyos, "Estas ciénagas corporativas siempre han sido una suerte de zona gris para el Concilio, se ha hecho mucho la vista gorda en muchos asuntos distintos que en otros planetas no hubiesen dejado pasar por el aro."

"Podemos hablar con el Director Ziras para ejercer presión, hacer una declaración oficial de los Corps...", comenzó Alma.

"Eso puede ayudar, pero si me preguntas a mí...", dijo Antos, "Lo ideal sería determinar cuáles son los principales consorcios comerciales galácticos con presencia aquí y quizá soltar algunas palabras selectas al respecto sobre ellos. No sería la primera vez que alguna frase nuestra ha puesto patas arriba las acciones de una megaempresa por mera presión de la opinión pública."

"Darles donde les duele y apretar las tuercas", dijo Avra frotándose las manos.

"En otro orden de cosas", dijo Alma retomando el otro asunto de la reunión, "Los garmoga. Armyos, ¿qué sabemos?"

"Aún se están recopilando datos de la vigilancia, espero que en las próximas horas podamos ver algo tangible. Aparte de eso está lo que sentimos al llegar al planeta y lo que hemos visto y detectado."

"Esa cosa tuvo que ser una quimera, seguro", dijo Avra.

Rider Blue hablaba de la enorme mancha de material orgánico calcinado que habían encontrado cerca de la zona de mayor concentración garmoga. Toda el área parecía haber sufrido un bombardeo, pero lo más interesante eran los restos de emanaciones energéticas que podían sentir hasta sus mismos huesos.

Algo o alguien ligado al nexo, como ellos, había luchado allí.

Más preocupante era el otro rastro de energía que los instrumentos que Armyos había improvisado en su taller los últimos días habían detectado. Una carga de radiación ambiental coincidente con la presente en Calethea por la actividad de un portal. Parecía que el uso de tal método iba a convertirse en el nuevo modus operandi para los garmoga, reduciendo de forma significativa el margen de respuesta con el que contaban los Riders.

"Me gustaría saber como lo hicieron, fuese quien fuese", dijo Antos, "He estado charlando con algunos de los refugiados que se quedaron en los refugios o que se quedaron en la zona segura del puerto. Es muy curioso, porque nadie afirma haber visto nada, pero hay bastantes que estoy bastante seguro están mintiendo."

"Una quimera tendría que haberse visto incluso a distancias considerablemente grandes", dijo Athea, "Una quimera explotando aún más."

"Tienen miedo", dijo Alma, "Y mucha de esta gente no confiará nunca en nada que les huela a autoridad, y para ellos nosotros somos básicamente panfletos propagandísticos andantes. No puedo culparlos."

Athea se cruzó de brazos, frunciendo el ceño, "Lo sé, pero es frustrante. Éramos muy jóvenes cuando comenzamos con esto y debimos hacer algo más pronto respecto a toda la parafernalia con la que nos rodearon esas primeras décadas."

"Al menos lo de la serie de animación se quedó en solo un episodio piloto", dijo Armyos. Antos y Avra simularon un exagerado escalofrío de asco que aligeró algo el ambiente.

Conteniendo una ligera risa, Alma se dispuso a decir algo antes de interrumpirse. A través de su lazo con Solarys puedo ver el vehículo que descendía desde la Ciudad Alta directamente hasta su posición. Rider Red se incorporó, materializando de nuevo su casco.

"Parece que vienen las noticias que decías, Armyos."

Los demás la siguieron, materializando también sus cascos. Con sus armaduras completas, los cinco Riders se acercaron al borde de la torre de control en que se encontraban donde se situaba una pequeña plataforma para lanzaderas y otros vehículos aéreos.

Un transporte privado biplaza descendió sobre ella. De él emergió un único individuo, una mujer barteisoom con el uniforme de oficial de uno de los cuerpos de inteligencia del Concilio, posiblemente de la OSC. Sus dos brazos superiores estaban a su espalda, en posición formal, pero los dos brazos inferiores sostenían un disco de reproducción holográfica.

A pesar de su profesionalidad, el movimiento de su hocico reptiliano denotaba nerviosismo y parecía sostener el disco casi como si se tratase de un dispositivo explosivo. Caminó hasta situarse frente a los Riders, a quienes saludó con una inclinación de cabeza.

"Señoras, señores", dijo, "Soy la agente Tar-Sora, he estado trabajando con las tropas auxiliares y los cuerpos de vigilancia locales recabando información sobre la situación presente y..."

La agente pareció dudar, antes de inclinar de nuevo la cabeza y ofrecer el disco a Alma, "Creo que esto puede resultar de su interés, señora."

Alma tomó el disco con cuidado, "No es necesaria tanta formalidad, agente Tar-Sora. Después de todo, no tenemos rango oficial ni somos sus superiores."

Tar-Sora enderezó su postura, "Siguen siendo los Riders, señora. El respeto es implícito."

Alma pudo oír a Athea suspirar a sus espaldas, antes de volcar su atención en el disco, "¿Qué tenemos aquí?"

"Un supervisor de seguridad de la Ciudad Alta se quedó atrás monitorizando la situación en vez de unirse al dispositivo de evacuación" explicó Tar-Sora, "Consiguió acumular una cantidad de datos gráficos considerables y... bueno, es mejor que lo vean señora, yo no sabría ni como comenzar a describirlo."

Alma asintió e hizo girar el borde del disco. Un led se encendió junto a la lente del centro.

"Reproduce", dijo.

La lente central se iluminó y un cono de luz se elevó de forma vertical, reproduciendo una representación tridimensional de una grabación en video. Los demás Riders se acercaron a su hermana para ver mejor los datos.

Eran imágenes de la Zanja, de unas cuantas calles al otro lado del espaciopuerto. Alma reconoció algunos de los edificios que pocas horas antes habían sobrevolado. De momento no había nada que no hubiesen visto ya miles de veces en miles de mundos distintos.

La horda garmoga avanzando imparable. Civiles huyendo presa del pánico o siendo devorados.

En un momento dado, la grabación se centró en una de las azoteas a la que múltiples residentes ascendían en busca de refugio. La distancia dificultaba distinguir a los individuos con claridad, pero Alma y los demás pudieron ver a una mujer saltando desde lo alto a la calle.

Por un segundo pensaron que se trataba de una pobre desesperada optando por el suicidio antes de afrontar a la horda.

Pero entonces la pantalla se tornó blanca, inundada de luz.

"¿Qué demonios...?", musitó Avra.

"Pausa", dijo Alma, "Vuelve a 0.388, reproduce a un tercio de velocidad entre ese punto y 0.391."

La grabación retrocedió unos instantes antes de comenzar de nuevo, a menor velocidad. Volvieron a ver a la figura femenina cayendo... y estallando en luz, envolviendo ésta su cuerpo justo antes de tocar tierra.

"Avanza a 0.397 y reproduce a velocidad estándar de nuevo", dijo Alma.

Los Riders pudieron ver entonces a la oleada garmoga frenar en seco al recibir un impacto de energía pura que había levantado el asfalto del suelo como si fuese un mar de oleaje furioso. La figura femenina que había caído se incorporó, de pie ahora entre la horda y el resto de civiles a quienes había escudado.

Envuelta en una armadura roja y plateada.

Una armadura que a simple vista, pese a sus diferencias, no parecía tener mucho que envidiar a las suyas. Era, desde luego, algo más impresionante que lo que había usado Tiarras Pratcha en Krosus.

"Joder", susurró Antos, "¿Nos ha salido competencia?"

"Es algo más que eso", respondió Alma con una ligera sospecha, "Pausa. Vuelve a 0.388. Amplia imagen y limpia impurezas."

El dispositivo obedeció las instrucciones y ahora tenían ante ellos una imagen más clara de la mujer que caía.

"Es una atliana", intervino Tar-Sora al tiempo que se inclinaba para observar la grabación más de cerca, "Aunque una claramente más alta y robusta de lo que ha sido jamás nadie de esa especie."

Es más que eso, se dijo Alma. Pese a que el rostro aún estaba desdibujado y borroso a pesar de los esfuerzos de limpieza de la imagen, Alma pudo reconocerla.

La ayudante de Tiarras Pratcha a quien había dejado marchar.

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