martes, 27 de julio de 2021

035 MOVIMIENTO DE PINZA

 

El proceso de evacuación había comenzado en Pealea en el instante que el sistema ZiZ del planeta hizo sonar las alarmas.

Dada la antelación, estaba siendo algo más ordenado que de costumbre. El pánico inminente se palpaba en el aire, pero era un temor por lo que estaba por venir y no el terror inmediato que habría derivado de estar ya los drones garmoga en la superficie dificultando el proceso de huida de la población.

Aunque algunas personas en Pealea no estaban pensando aún en irse.

"Seguramente vamos a tener solo una oportunidad."

Meredith Alcaudón avanzaba a través de la marea de individuos que inundaba las calles de la capital de Pealea en busca de los centros de evacuación. El cielo estaba inundado de lanzaderas, cargueros y toda clase de transportes. La flota del Concilio era ya visible en las capas superiores de la atmósfera.

Tobal Vastra-Oth caminaba tras ella. Ambos avanzaban en dirección contraria a la masa de gente.

"¿No deberíamos asegurarnos un transporte para la evacuación?"

"¿Quieres cazar a Legarias Bacta o no?", preguntó Meredith.

"Si, pero se acerca una incursión garmoga, no es la mejor de las circunstancias."

"¡Es la mejor circunstancia!", replicó Meredith, "Escuchaste el comunicado ¿no? Han detectado a un enjambre a mucha distancia, hay tiempo de sobra. Seguí rastros múltiples cuando buscaba a ese cabrón y tengo una idea bastante segura de cuál es su posible escondite principal. Y si somos rápidos lo atraparemos antes de tener que preocuparnos por los devoradores cósmicos."

"Espero que no se equivoque, señorita Alcaudón. Quiero vengar a Mantho pero no pagando un precio que me impida reunirme con mi familia..."

"Los individuos como Bacta son como ratas, Tobal ¿Sabes lo qué es una rata?"

"Me temo que no."

"Un animal nativo del mundo de origen de la humanidad. Roedor, pequeño tamaño, supervivientes natos. Se llevaron ejemplares y muestras de ADN en las Naves Jardín de tipo Arca con la esperanza de replicar el viejo ecosistema cuando mi gente abandonó su galaxia original. La gracia es que algunas ratas ya habían abordado las áreas de carga de forma espontánea", explicó Meredith, "Se les da bien eso, encontrar huecos para prosperar. Pero también huelen el peligro y habrían sido las primeras en abandonar las naves si algo fuese mal. Y si hay un momento en que Legarias Bacta bajará la guardia y se hará visible será intentando abandonar Pealea. Afortunadamente para nosotros, esa solo es una parte de su naturaleza..."

"¿Cuál es la otra?", preguntó Tobal.

"Es un cabrón paranoico que forma parte de una organización clandestina de asesinos. Por mucha prisa que tenga dicha rata de abandonar la nave, no lo hará sin asegurarse de que pueda quedar algún rastro sin borrar o alguna huella sin cubrir. Y sabiendo que esta infestación aún va a tardar en empezar..."

"Se confiará, creerá que tiene tiempo de sobra y aún estará en su nido ultimando los preparativos."

Meredith Alcaudón sonrió. Aunque sería más apropiado decir que se limitó a enseñar los dientes. A Tobal le recordó a las expresiones de algunos animales depredadores de su mundo de origen.

"Un nido que conozco, y que mala suerte para él que no haya terminado conmigo. Ahora, sígueme... tenemos que ir por..."

Se alzaron voces y gritos entre la multitud. No de terror pero de celebración y alivio. Meredith y Tobal alzaron la vista y vieron los resplandores cromáticos en el cielo que señalaron la llegada de los mayores defensores de la galaxia.

"Los Riders", musitó Tobal, "Bien, eso es..."

Y acto seguido la alarma del sistema ZiZ inundó de nuevo el aire, resonando como un trueno. Una voz artificial se alzó sobre todas las demás.

 

INCURSIÓN EN CURSO.

ENJAMBRE EN ACELERACIÓN.

LLEGADA REDUCIDA A 10 MINUTOS.

CONTINÚEN PROCESO DE EVACUACIÓN.

 

Tobal Vastra-Oth palideció. ¿El enjambre garmoga había acelerado de repente? El tiempo de evacuación se había visto reducido a una fracción del que tenían antes. El pánico comenzó a desatarse esta vez de veras entre la masa de la población y la marea de individuos intentando huir se convirtió en un tsunami que amenazaba con arrollarlos.

Tobal tomó a Meredith y la alzó, subiéndola hasta la plataforma sobre la que se situaba un pilar de señalización. Acto seguido trepó tras ella. No era una posición muy elevada, pero lo suficiente para darles un respiro y no ser aplastados por la muchedumbre.

"No es bueno. Eso no es bueno", dijo Tobal, "Se nos acaban de complicar las cosas sensiblemente."

Meredith frunció el ceño, "Mierda, me cago en mis..."

 

******

 

Unos minutos antes...

Los Dhar Komai se materializaron sobre Pealea, saliendo del hiperespacio. La descarga de energía que marcó su llegada no causó ningún daño, disipándose como nubes de colorida luz que impregnaron los cielos del mundo bajo ellos.

Ante la amenaza garmoga, la capa superior de la atmósfera de Pealea contaba con su propio enjambre.

Una de las flotas de defensa del Concilio había llegado ya para reforzar las defensas locales y naves de distinto tipo de distribuían en grupos de formación frente al área que se había calculado como punto de intercepción más posible.

Fragatas, destructores y lanzaderas junto con formaciones de cazas monoplaza en espera de la llegada del enemigo.

"Uno casi puede sentir la tensión que impregna a la flota", dijo Antos, "Podría cortarse el aire con un cuchillo..."

"Aquí arriba no hay realmente aire, idiota", replicó Avra.

"Era solo una frase hecha, no hace falta que..."

"¡Silencio, los dos!", intervino Alma, "Estamos aquí por una razón, no podemos tomarnos esto a la ligera."

Los dos Riders más jóvenes callaron ante la reprimenda. Casi como reflejando sus actitudes, sus Dhars se alejaron levemente del grupo volando a algo más de distancia, mostrando claros signos de sumisión.

Alma suspiró, y aún estando dentro de la silla-módulo sellada de Solarys sintió la necesidad de llevarse la mano a la cabeza.

"Te noto más tensa de lo habitual", dijo Armyos a través de sus comunicadores.

"¿Tanto se me nota?"

"Bueno, siempre pones orden entre esos dos, pero normalmente esperas un poco más de tiempo a que se desmadren y eres algo más gentil al hacerlo. O dejas que yo me encargue. Así que si, se te nota."

"Llevo con un mal presentimiento desde que salimos, Armyos. Y no es solo por como todo parece volver a precipitarse últimamente, es más como..."

"Un crescendo", intervino Athea.

Antes de que Alma pudiese responder a la observación de su hermana, un chasquido en el comunicador de su casco le indicó el establecimiento de contacto con el mando de la flota.

"Riders. Es un placer tenerles con nosotros."

Alma reconoció la voz, aunque solo había hablado con el dueño de la misma en una ocasión.

"¿Capitán Calkias?"

En el puente de mando de la fragata conocida como INS Balthago, el capitán ithunamoi sonrió al responder "Me honra que me recuerde, Rider Red. Lo de Krosus-4 fue hace apenas un mes y medio pero parece que haya pasado más tiempo."

"Siento que no fuésemos una ayuda mejor en aquella situación capitán, pero teníamos órdenes muy precisas."

"Sus Dhars nos ganaron tiempo más que suficiente con aquella flotilla pirata, no tiene por que... un momento."

"¿Capitán?"

"El ZiZ acaba de enviarnos un código rojo. Es... dioses..."

En ese mismo instante la información fue transmitida a los Riders.

"¿¡El enjambre está acelerando!?", preguntó Avra. Si estaba alarmada o impaciente era algo difícil de determinar.

"De un tiempo de espera aproximado de cuarenta minutos hemos pasado apenas a diez..." musitó Calkias.

"Avra, Athea, tomad posiciones entre la flota y preparaos para cubrir puntos ciegos", dijo Alma, "Armyos, Antos, vosotros venid conmigo. Vamos a hacer una punta de lanza y acudir al encuentro del enjambre antes de que alcancen esta posición. Emisión energética plena. No estamos en un planeta así que no os contengáis, arded como una nova."

Los Riders y sus Dhar Komai tomaron sus posiciones. Flanqueada por sus hermanos, Alma contactó de nuevo con la INS Balthago.

"Capitán Calkias..."

"Estamos preparados Rider Red. Cualquier cosa que vosotros tres no consigáis freír nosotros daremos buena cuenta de ello. Hemos preparado los interceptores de largo rango pa..."

La conexión se cortó con un chisporroteo de estática doloroso, algo propio de una transmisión de emergencia forzada a grandes distancias entre estrellas. Una nueva voz resonó en los cascos de los cinco.

"Atención Riders. Director Arthur Ziras, código de prioridad FH00451"

"¿Director?", preguntó Alma, "Señor, ¿qué...?"

"Nuevas órdenes. Repliegue de Pealea. Abandonen el área."

El instante de silencio fue casi ensordecedor. Puede que no tanto como lo que vino después.

"¿¡QUÉ!?", gritó Avra, "¿¡Pero qué cojones está...!?"

"¡Avra, silencio!", ordenó Alma.

"Director...", intervino Armyos, "Sólo puedo asumir que una orden así se debe a otro ataque simultáneo, ¿me equivoco?

"¡No es la primera vez que ocurre, un par de nosotros va al nuevo punto de incursión y listo! ¿Cuál es la diferencia?", preguntó Antos.

"Riders..." continuó Ziras. Alma no pudo evitar darse cuenta de que su voz sonaba cansada, apesadumbrada, "Si bien ese sería el procedimiento normal, distribuyéndose vuestras posiciones en base al nivel de peligro de cada infestación, la situación actual es..."

"Director, díganos porque vamos a abandonar a Pealea a su suerte ante el mayor enjambre garmoga jamás registrado", dijo Athea.

"Camlos Tor. Un portal garmoga se ha abierto prácticamente frente a la Sede Senatorial. La seguridad local está resistiendo apenas pero es cuestión de minutos que la infestación los supere", dijo Ziras.

"Oh dioses", musitó Armyos, "Eso es..."

"Esto es una orden directa del Alto Mando para la salvaguarda del mismo Concilio. Si no intervenís de forma total en Camlos Tor existe la posibilidad de que el actual gobierno galáctico sea metafóricamente decapitado" explicó Ziras,  "Pealea tendrá que ser un... sacrificio. Se están transmitiendo órdenes a la flota para asegurar la mayor capacidad de evacuación posible antes de su repliegue."

De nuevo, el silencio. Algo parecido a un grito de rabia salió de la garganta de Avra, siendo interrumpida por la intervención de Alma.

"Entendido, señor. Órdenes recibidas."

Con un último chasquido de estática, la comunicación se cortó.

"Armyos", dijo Alma, "Toma a los demás y dirigíos ahora mismo a Camlos Tor. Yo me quedo a asegurar esta posición."

"¿Alma?", preguntó Rider Orange, "¿Estás segura?"

"Vas a desobedecer una orden", dijo Athea, con un tono que parecía fluctuar entre la incredulidad y la admiración, "Tú."

"Quizá me he cansado de ser una buena soldado", dijo la Rider Red, "Esta guerra ya ha tenido muchos buenos soldados, suficientes. No podré contener todo aquí yo sola, pero le ganaré tiempo a esta gente. Id a Camlos Tor. Me reuniré con vosotros en cuanto pueda."

"Ah no", dijo Antos, "Será al revés, nosotros nos reuniremos contigo en cuanto podamos."

"Si, vamos a reventar a esos pedazos de mierda en Camlos Tor tan rápido que ni se enterarán y estaremos de vuelta enseguida para ayudarte con los de aquí, así que déjanos alguno", añadió Avra.

Alma sonrió, "Lo tendré en cuenta hermanita. Ahora marchaos."

Los Dhar Komai partieron, dejando atrás a Solarys y su Rider Red. En cinco minutos el enjambre garmoga llegaría a Pealea. Antes de saltar al hiperespacio, Armyos habló con ella una última vez.

"¿Estás absolutamente segura de esto?"

"Ya afrontaré las consecuencias. Entiendo el peso prioritario de Camlos Tor, Armyos. Pero no voy a dejar a esta gente a su suerte. Y vosotros cuatro sois más que suficiente."

"Tú eres la más fuerte de nosotros."

"Solo soy fuerte por vosotros, Armyos. Ahora ve. Salvad el universo, yo guardaré este patio trasero."

Volvaugr, el Dhar de Armyos, rugió emitiendo chispas de electricidad anaranjada que brillaron en la oscuridad del espacio a modo de despedida, antes de unirse a los demás y desvanecerse en un destello de luz rumbo al centro de la galaxia.

Alma cerró los ojos y se concentró. Solarys se separó de la flota de naves en la atmósfera del planeta.

La Rider Red dio la orden y la Dhar Komai aceleró a toda velocidad al encuentro de los garmoga con su cuerpo bañado por el resplandor rojizo de la energía apenas contenida.

La suerte estaba echada. 

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