Occtei, principal mundo de residencia de la humanidad, cedido tras su llegada a la galaxia y sede de los Rider Corps.
Una roca verdiazul, muy similar en su composición atmosférica y geológica a la mitificada Gaea, mundo natal de la especie que perduraba en las historias, leyendas y grabaciones de archivos de datos conservados de la antigua galaxia.
Las similitudes entre ambos mundos no terminaban ahí: tamaño similar, distancia semejante a su sol amarillo, una única luna anormalmente grande en proporción al planeta que orbitaba... Alma siempre se había preguntado si Amur-Ra y la Alianza Elderiana eran conscientes de ello cuando tomaron la decisión de ofrecerlo como hogar a los recién llegados humanos.
La Rider Red paseaba por una galería en la sede de los Corps. Altos ventanales, estrechos y verticales, dejaban entrar la luz anaranjada del atardecer otorgando al lugar una atmósfera de calidez tenue, proyectando largas sombras.
La presentación del informe de misión había sido rutinaria, como lo habían sido las debidas recomendaciones. El tener que lidiar con los malbassa y sus experimentos clandestinos era algo que Alma dejaría en manos del Director Ziras y la burocracia del Concilio.
Era más interesante el determinar un procedimiento a seguir respecto al nuevo enemigo. La autodenominada Esquirla, el ser cristalino que indagando sobre los garmoga había exterminando y consumido una base científica de los malbassa, tomando las vidas de los científicos retenidos y de los separatistas que la habían ocupado horas antes, convirtiéndolos en... bueno, aún no había una denominación establecida más allá de un genérico "víctimas"/reanimados".
Desde luego, no iba a sugerir el "Zombis Acristalados" que había propuesto Avra, por mucho que fuese la única variante ofrecida por la Rider Blue que no tenía algo malsonante en la combinación de nombres.
Sus pasos la llevaron directa al ascensor, y de ahí al laboratorio médico, donde Antos había estado desde el regreso del equipo hace unas horas.
Las paredes en aquel lugar eran de un blanco aséptico y uniforme, pero cerca de la entrada, al margen del área de exámenes y operaciones podían apreciarse los destellos de color de los distintos posters, carteles y paneles táctiles que rodeaban el escritorio y a las viejas estanterías llenas de copias de material antiguo sobre medicina y bioquímica que Iria Vargas atesoraba como si se tratasen de reliquias de un antiguo conocimiento.
La doctora atliana podría acceder a cualquier dato médico con un gesto sobre el dispositivo de diagnósticos que llevaba siempre en su muñeca, pero como le había explicado a Alma en más de una ocasión, había algo mágico en encontrar el saber en un viejo libro que sabías que había pasado por las manos de tus predecesores.
Cuando Alma le preguntó si aquello no era un poco antihigiénico ("A saber dónde han metido las manos los doctores que había antes que tu, Iria...") la respuesta de su novia fue arrojarle una almohada a la cabeza con una risa indignada.
Con una leve sonrisa por el recuerdo, Alma se alejó de la zona de entrada y se dirigió al nivel más profundo del laboratorio médico. En el pasillo, al pie de una amplia ventana de observación se encontraban Armyos, Avra y Athea. En contraste con Alma, que como era habitual vestía un uniforme de tejido termal rojo de una pieza, los demás Riders hacían uso de ropas más informales.
El Rider Orange estaba de pie, plantado de brazos cruzados frente al cristal. Su rostro normalmente jovial reflejaba seriedad, aunque parecía sereno y sin tensión. Armyos vestía un chaleco anaranjado sobre camisa blanca y pantalones oscuros.
La Rider Blue estaba junto a él, inclinada hacia delante con un brazo apoyado sobre el cristal usándolo como soporte para su frente. Avra lucía una camiseta de tirantes de un azul pálido y tejido gastado, junto con unos viejos pantalones vaqueros.
Rider Black por su parte se encontraba sentada en el banquillo situado en la pared frente a la ventana de observación. Como siempre, vestida con pantalones negros ajustados de un material similar al cuero y con su torso cubierto por una amplia sudadera con capucha.
Los tres se volvieron hacia Alma cuando esta llegó, de forma casi simultánea saludando con un gesto de sus cabezas. La Rider Red respondió en consecuencia, situándose a la izquierda de Avra frente al cristal, observando la sala de diagnósticos al otro lado.
Cuando regresaron de su misión, Iria había sometido a los cinco Aster a un proceso de desinfección más exhaustivo de lo habitual y acto seguido había ingresado a Antos en una sala aislada para elaborar un diagnóstico más esclarecedor respecto a la herida de su brazo infligida por una de las víctimas reanimadas por la Esquirla.
Antos se encontraba reclinado sobre una camilla flotante, con una expresión de hastío en su rostro y su brazo derecho extendido y reposando sobre una plataforma transparente. De ésta emanaba un constructo de luz dorada que había envuelto la extremidad en una suerte de cilindro lumínico sobre el que Iria Vargas, la doctora personal de los Riders, parecía estar llevando a cabo algún tipo de actividad bastante compleja, dado el fruncimiento concentrado de su ceño.
Con un último gesto sobre el cilindro de luz en torno al brazo de Antos, la luz del constructo de tornó verde y un haz holográfico se emitió desde él, desplegando una construcción virtual del brazo del Rider Purple flotando en el aire.
"Bueno, físicamente estás bien. La mordedura de tu lengua ya se ha curado, y no hay daños musculares y óseos en tu brazo", dijo Iria, "Pero dices que aún notas entumecimiento."
"Mmm", asintió Antos, "Y un ligero hormigueo, como si la extremidad estuviera dormida, pero solo en el antebrazo."
Iria hizo unos gestos en el aire sobre el holograma, girando y ampliando la imagen.
"Hay signos de una alteración en tu campo mórfico, aunque ahora son leves...", musitó la doctora. Con un gesto abrupto, Iria cerró el holograma y replegó el constructo de luz que envolvía el brazo de Antos.
"¿Puedes materializar tu armadura solo en tu brazo, por favor?"
Con un leve destello, parte de la armadura de Rider Purple de Antos se manifestó en torno a su brazo extendido como una segunda piel. En el antebrazo, el color púrpura de la armadura presentaba unas marcas ligeramente descoloridas.
Iria movió su mano izquierda sobre el brazo de su paciente. El dispositivo en su muñeca emitió un pitido y una pequeña proyección holográfica fue directamente emitida a la lente que cubría el ojo izquierdo de la doctora.
"Muchas gracias Antos, ya puedes desmaterializarla."
La armadura se esfumó en una nube de partículas luminiscentes. Antos abrió y cerró la mano.
"Dígame la verdad doctora ¿podré seguir tocando el piano?", preguntó con tono burlón.
Avra intervino desde el otro lado del cristal de observación, "Esa es su forma elegante de preguntar si el brazo aún le vale para hacerse unas..."
"¡Avra!", exclamó Armyos.
"Vale, me callo, me callo..."
Iria se limitó a sacudir la cabeza con resignación y una leve sonrisa en los labios al tiempo que dirigía su mirada a Alma, una conversación sin palabras cruzándose entre las dos.
Fue Athea la siguiente en intervenir, levantándose de su asiento y acercándose a los demás, encauzando de nuevo la conversación.
"¿Cuál es la razón de que la armadura de Antos aún tengas esas marcas?", preguntó.
"En espera de que lleguen los resultados del análisis taumatúrgico, solo puedo hacer conjeturas", explicó la doctora, "Pero diría que es obvio que Antos ha sufrido daños en su campo mórfico, de forma similar a los sufridos por Alma en su combate contra la Rider Green. Similar, pero no idéntica."
"¿Qué quieres decir?", preguntó Alma.
"Tus daños fueron en combate y a raíz de un arma conjurada similar a las vuestras", dijo Iria, "Aunque con lentitud, tu armadura se ha ido regenerando progresivamente, la disrupción en tu campo mórfico fue el equivalente de una herida. Una herida que se ha estado curando los últimos meses. Si no sufres daños de la misma envergadura es posible que en un plazo de tiempo corto no tengas marcas. Pero lo de Antos..."
Iria se interrumpió, cruzándose de brazos e inclinando la cabeza. Su rostro reflejaba frustración y preocupación.
"¿Doctora?", preguntó Antos, visiblemente menos jovial que hace unos minutos.
Iria suspiró.
"Repito que hasta que no tenga los resultados de la taumaturgia no puedo aventurar nada de forma definitiva, lo que vais a oír ahora es... teórico", la doctora atliana volvió su mirada hacia Antos, "Cuando ese ser te agarró, ¿qué notaste?"
"¿Aparte de un dolor más intenso que cualquier otra cosa que jamás haya notado?", preguntó Antos, "Bueno, antes de tocarme noté... fue algo como..."
"Una sensación de pánico irracional", interrumpió Avra, con voz inusualmente queda.
"Como una fobia, como algo gritándonos que no nos dejásemos tocar de forma directa por esos seres", añadió Armyos.
"Creo que eso lo notamos todos, Iria", dijo Alma. Tras ella Athea asintió sin decir nada más. Un silencio incómodo había caído sobre el grupo.
"Creo... creo que es posible que fuese el mismo Nexo advirtiéndoos. O alguna capacidad instintiva derivada de ello", comentó Iria, "A ese ser le bastó tocar a Antos para causar un daño a su campo mórfico similar al de un arma conjurada pero con un dolor mucho más intenso y un impacto psicológico añadido. Simplemente... contacto. El campo mórfico es el constructo derivado de la destilación del poder del Nexo a través de su lazo a vuestras propias almas. El contacto de ese ser es como una suerte de reacción alérgica atacando de forma directa a vuestra alma como resultado."
"Lo que eso implica...", comenzó Alma, dándose cuenta de lo que Iria intentaba decir.
"Como toda reacción alérgica, su severidad es variable. Pero tal virulencia con un mero contacto superficial y que solo duró unos segundos me dice que un ataque directo o un contacto más intenso y prolongado o con intencionalidad de daño podría...", Iria se dio cuenta de que sus palabras salían cada vez más atropelladas y se interrumpió un momento para serenarse, "En el mejor de los casos la reacción podría purgar vuestro campo mórfico y cortar vuestro contacto con el Nexo."
"Dejándonos sin poderes", susurró Antos al tiempo que se frotaba su brazo dañado.
"Si, pero que aún conserves una reacción física, ese entumecimiento... Esa sensación no proviene de tu sistema nervioso Antos, proviene de tu mismo campo mórfico, de tu misma alma."
"La posible pérdida de poderes... ¿es permanente?" preguntó Athea.
Iria negó levemente con la cabeza, "No lo sé. A estas alturas es imposible saberlo. Depende de muchos factores. Solo puedo recomendaros que en futuros encuentros con cosas como esas... extreméis las precauciones."
Y si algo así pueden hacerlo sus víctimas reanimadas, pensó Alma, ¿De qué sería capaz la Esquirla?
Un escalofrío recorrió su espalda al recordar como la criatura se había referido a si misma.
Sierva.
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