Vas a ser un héroe.
La voz resonó clara en su cabeza, diáfana, como si la persona que pronunciase dichas palabras estuviese ahí mismo sentada junto a él en la frialdad de la estancia de carga/laboratorio de la nave de transporte de la Sentan Corp en la que se encontraba.
La voz era, posiblemente, la sensación más presente que acompañaba a Shin en aquel momento.
Sus nuevos sentidos habían sido afinados por su transformación a niveles que ningún miembro de su especie, los eldrea, había experimentado jamás. Por suerte junto con ello la cirugía e implantes habían garantizado que su sistema nervioso no se viese bombardeado por una oleada sensorial incontrolable.
Tenía constancia de todo a su alrededor. Los movimientos imperceptibles de su propio cuerpo, el latido de sus dos corazones, la frialdad de la silla metálica en la que estaba sentado a pesar de la dureza de su exoesqueleto, la sequedad del aire a su alrededor, el murmullo continuo de la maquinaria y el susurro de la estática de los motores de la nave...
Aún sentía el leve escozor, la irritación en su piel en los puntos de acceso en su espalda, a los que habían sido acoplados los tubos que alimentaban su organismo con un preparado proteico especial, inyectado directamente a su riego sanguíneo.
Podía sentir el cálido líquido nutriendo al metabolismo acelerado de sus células. No tenía otra forma de alimentarse. A pesar de contar con una boca y esófago funcionales, su estomago y el resto de su sistema digestivo había sido atrofiado por los procedimientos que habían garantizado la redundancia de otros órganos y la inserción de un endoesqueleto artificial parcial en torso y extremidades y el injerto en su pecho de la Perla.
Vas a ser un héroe.
Y a pesar de todas aquellas sensaciones, aquella voz femenina clamaba su atención, como un pararrayos al relámpago.
No sabía a quien pertenecía. Estaba claro que era alguien a quien había conocido y que le era cercano, de antes del Procedimiento, pero... no podía recordarlo.
¿Una madre? ¿Una hermana? ¿Amante? ¿Amiga? ¿Ninguna de esas cosas? Ni siquiera podría decir con seguridad a qué especie pertenecía la dueña de la voz. Todo recuerdo de antes del Procedimiento era escaso, fragmentado, residual.
Sabía, y por todos los dioses esperaba que fuese cierto, que se había presentado voluntario. Que había sido su decisión y la de nadie más. Pues si bien todo recuerdo de antes de su transformación era escaso, los generados durante la misma y el proceso de recuperación y entrenamiento posteriores estaban mucho más claros.
Recordaba su segundo par de brazos, atrofiándose y cayendo.
El crujido de su exoesqueleto al expandirse, el dolor en sus músculos al crecer, los desgarros en su carne sostenida a duras penas por los implantes.
Su rostro... las mandíbulas externas y alargadas de los eldrea habían casi desaparecido dejando su boca al descubierto. Sus ojos eran más grandes y aún recordaba la extraña sensación de su expansión, como crecieron dentro de su cabeza y la percepción de presión sobre un cerebro que se expandió también hasta extenderse a un segundo núcleo de neuronas en la parte baja del torso.
Pero lo peor había sido la inserción de la Perla, aquel constructo mágico y biomecánico que había cargado su cuerpo con poder puro, purificado sus células y convertido sus alteraciones en su nuevo estado natural. Sin la Perla todo su cuerpo habría colapsado y muerto por las mutaciones inducidas quirúrgicamente.
El dolor que la magia ardiente de aquella abominación en su pecho había causado le habría impedido conciliar el sueño si aún le hiciese falta dormir.
Vas a ser un héroe.
Esperaba que la voz tuviese razón.
Le habían dicho cual era su objetivo. Matar a los garmoga en cuanto estos hiciesen acto de presencia en un mundo. Pero dicho objetivo estaba supeditado a los intereses de la Sentan Corp. En última instancia sus supervisores siempre tendrían la última palabra.
Una luz brilló sobre uno de sus ojos segmentados, sacando a Shin de sus pensamientos por un instante.
Ah, sí, el médico... no recordaba su nombre. Estaba sosteniendo una linterna y un sensor frente a él.
Era un fulgara, su cuerpo de electricidad pura contenido por un traje de contención totalmente negro conformado por cerámica flexible y carbono con revestimiento aislante. La configuración de dichos trajes era variable pues los fulgara no estaban limitados a una forma física estándar. Por cuestiones de comodidad y cercanía, el doctor vestía un traje de contención que imitaba la morfología de los eldrea. Si uno no se fijaba, podría pasar sin problemas por un eldrea en un traje de aislamiento anticontaminación.
Un chasquido de estática resonó en el laboratorio cuando el médico activo el comunicador de su traje que le permitía conversar verbalmente con otras especies.
"Parece que está todo en orden y las lecturas son correctas", dijo. Su voz tenía un deje metálico y vibrante. A Shin le llamó la atención que a cada palabra pronunciada parecía acompañarla una emisión de olor similar a ozono en el aire. No sabía si era una reacción sinestésica por su parte o si los fulgara desprendían algo de su propia energía al ambiente cuando se comunicaban.
El doctor pasó de nuevo el sensor sobre los brazos y torso de Shin. El dispositivo, rectangular y de pequeño tamaño contaba con una pantalla de proyección propia que generaba un holograma de pequeño tamaño en el cual se recreaba una reconstrucción virtual del interior del paciente.
Deteniéndose sobre el pecho de Shin, justo entre sus dos placas pectorales, el dispositivo mostró la imagen sumida en la carne de una esfera rojiza y palpitante, que parecía vibrar con energía.
"La Perla sigue estable y tomando la esencia mágica ambiental antes de reconfigurarla para tu uso", explicó, "Es una suerte para ti, el poder acceder a una infusión de magia así de directa sin tener que enlazar con el Nexo. Mucho menos peligroso que esas intentonas con llaves mórficas."
"No solo menos peligroso, también nos ahorra muchos dolores de cabeza con todos esos fanáticos religiosos", dijo una nueva voz, "Que las religiones mayoritarias de la galaxia traten a esa fuente de magia casi como un Dios y no como el recurso que es e insistan en todos esos estúpidos rituales... es absurdo."
Ogun-Mori entró en la sala laboratorio de la nave como si fuese suya, con la seguridad que solo alguien con un ego que jamás había sido contrariado podría mostrar.
"Por suerte, vamos a demostrarles que no hacen ninguna falta ¿verdad, muchacho?", dijo el ejecutivo de la Sentan Corp al tiempo que daba una fuerza palmada sobre el hombro de Shin, "La presentación de hoy ha sido un éxito, el consejo central está contentísimo y las cifras corren en alza."
Shin no respondió más allá de una leve inclinación de cabeza.
"Mmmf", farfulló Mori, "Vamos a tener que hablar con los chicos de marketing y relaciones públicas para que te desarrollen un paquete de preparación para hablar en público. La imagen de héroe estoico y silencioso tiene su potencial, pero al menos deberías ser capaz de hablar con cierta soltura con los que te rodean o incluso responder a la prensa, aunque sea para decirles que no puedes hacer ninguna declaración."
"Sí, señor Mori", respondió Shin. Habló con lentitud, como si la articulación de las palabras conllevase un esfuerzo deliberado. Su voz sonó grave, cavernosa.
"¡Y esa voz! Quizá podamos ponerte algún tipo de dispositivo para cambiarla un poco. Ahora mismo suenas demasiado como algo salido de la tumba. Queremos que las larvas de otras especies de la galaxia compren juguetes con tu cara, no que tengan pesadillas contigo."
"Hablaré con mi equipo", intervino el doctor, "Si una nueva cirugía no es viable debería bastar con un dispositivo externo, pero antes habría que hacer pruebas. De todas formas, antes que eso deberíamos hablar del rendimiento en combate..."
Ogun-Mori hizo un gesto desdeñoso con una de sus manos, "El chico ha cumplido bien en todos los escenarios de entrenamiento ¿no?"
"En entornos controlados, simulaciones y con oponentes de voluntario mercenario", dijo el doctor, "Pero el combate real contra los garmoga..."
"Estoy seguro de que Shin podrá lucirse de sobra cuando tengamos la buena fortuna de que esas abominaciones decidan atacar un objetivo vistoso."
"Bueno, si el próximo ataque garmoga es en un mundo fronterizo..."
"Oh, ahí también, doctor", se apresuró a aclarar Mori, "No se preocupe. Aunque no diese la misma visibilidad, un acto de heroísmo desinteresado solo puede ayudar a nuestra marca."
Mori remató su respuesta con un chasquido de sus mandibular similar a una risa y una nueva palmada sobre Shin, quien seguía observando silencioso la conversación.
Pronto, el ejecutivo pasó a bombardear al doctor con una batería de preguntas sobre Shin. Si seguía estable, si el desgaste físico no era muy pronunciado, si sus reflejos y respuestas al entorno eran las apropiadas...
Shin procedió a ignorarlos, preparándose a responder únicamente si se dirigían a él de forma directa. Dejó volar sus sentidos de nuevo, permitiendo que todos los leves sonidos y sensaciones de la estancia lo arropasen.
Vas a ser un héroe, Kam-en.
Y ahí estaba una vez más, la misma voz femenina. Clara y directa al centro de su mente, como un susurro pronunciado junto a su oído, pero parecía que esta vez traía consigo algo nuevo que atrajo la atención de Shin.
Kam-en.
Ah, pensó, por supuesto.
Era su nombre, lo había olvidado.
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