"¿Cuánto tardaremos, señor?"
Había pasado una semana desde el asalto a la Balthago, y para la Primera Oficial Astorias Neva, la espera en puerto comenzaba a ponerla nerviosa.
Por fortuna, los daños en la fragata propiamente dicha habían sido mínimos, siendo los puntos de impacto en el casco usado por las esquirlas para acceder a la nave fáciles de aislar. Al menos lo suficiente para un traslado de emergencia a la estación del Concilio en Dumhas, situada en un área de intersección entre los sectores Dálet y Guímel.
Vonn Calkias, capitán de la INS Balthago, acababa de sentarse frente a ella en la mesa del comedor habilitado para oficiales en la estación. Frente a él se encontraba una bandeja con un plato humeante de algún tipo de sopa. Comida de verdad, no las típicas raciones prensadas con las que debían apañarse en la nave.
Puede que para él fuese apetitoso, pero las finas fosas nasales de la joven oficial gobbore estaban teniendo dificultades con el olor.
"Puagh."
Calkias soltó un bufido de buen humor, "¿La sopa de nassu no es de su agrado, Primera Oficial?", preguntó.
"Señor, pertenezco a una especie de superdepredadores carnívoros en un mundo en que las formas de vida vegetal son todas, absolutamente todas, malas noticias. Me abstengo de hacer comentarios."
"Bueno, los ithunamoi contamos con la ventaja de ser omnívoros y ha pasado mucho más tiempo del que me siento cómodo en admitir desde que tomé una última ración de dulce sopa de nassu."
"Discusiones tróficas aparte...", interrumpió Neva.
"Si, si... respondiendo a su pregunta, acabo de hablar con los muchachos del astillero. La reparación va bien, pero seguramente tengamos que esperar al menos otras dos semanas antes de poder tener a la Balthago operativa de nuevo."
"¿Tanto?", preguntó la joven gobbore, "Sé que necesitamos hacer una rotación de la tripulación, preparar los cuerpos de los caídos para enviarlos a sus familias... pero no debería ser más de una semana estándar."
"Es precisamente por los caídos en el ataque por lo que estamos en esta situación", explicó Calkias, "Una especie de cuarentena breve. Quieren raspar todo de arriba a abajo para asegurarse de que no quedan restos de esas cosas."
"Ah, comprensible", admitió Neva, "Pero eso significa que vamos a estar aquí varados mientras todo el mundo se moviliza."
Calkias asintió, intentando combatir la amarga sensación de frustración que crecía en su pecho. Su informe respecto a la situación en C-606 y el ataque a su nave parecía haber prendido un fuego entre el Almirantazgo y la Cancillería que había llevado a una movilización de toda la Armada y Flota del Concilio a un nivel que no se había visto desde los primeros años de la guerra contra los garmoga.
En el último siglo y medio habían sido más un refuerzo para los Riders y sus Dhars. La política de contención respecto a los garmoga se traducía en una flota reactiva que ahora parecía dispuesta a recuperar una posición proactiva ante un nuevo enemigo.
Una parte de Calkias estaba entusiasmada respecto a ello. Y otra preocupada porque tras haber lidiado con una pequeña parte del enemigo no podía evitar preguntarse como podrían hacerle frente de forma efectiva.
Y una parte más pequeña y cínica en lo más profundo de su ser temía que todo aquel movimiento de la flota no fuese sino un impulso de alguien al mando buscando un lavado de imagen. Demostrar que la flota podía ser algo más que una fuerza de evacuación y apoyo a distancia. Demostrar que aún podían barrer a un enemigo.
Miradnos, somos la mayor fuerza militar de la galaxia, podemos hacer frente a esto por nosotros mismos. Incluso sin los Riders.
Algo de propaganda.
Calkias siguió comiendo en silencio. Neva lo observó por un momento antes de centrar su atención en el holovisor de su pulsera.
El sabor dulce de la sopa de nassu se había tornado amargo.
******
Algo de propaganda. En principio no habría estado mal, pero...
"No. Absolutamente no."
La voz de Ogun-Mori cortó las discusiones que se estaban produciendo ante él en la sala de conferencias.
Su tono habitualmente afable y grandilocuente al tratar con el público y aquellos ante los que quería proyectar una imagen más cercana se había tornado frío y seco en aquella reunión con el departamento ejecutivo de la Sentan Corp.
"Pero señor Mori, la presencia de Shin podría suponer una excelente proyección para..."
Mori silenció al ejecutivo de marketing con un gesto de la mano. El empresario eldrea respiró hondo y se permitió dibujar un amago de sonrisa en su boca oculta bajo las mandíbulas aserradas de saltamontes que la cubrían.
"Os entiendo, amigos. Soy el primero en ser consciente del potencial de una buena campaña propagandística. Es la razón por la que finalmente hemos optado para que Shin intervenga también en incursiones garmoga que no atañan solo a los mundos más ricos donde residen los intereses de nuestros mayores clientes", comenzó Ogun-Mori, "Pero hay una diferencia entre lanzar a nuestro producto hacia enemigos contra los que ha sido testado y mostrado plena capacidad que hacerlo contra algo de lo que apenas sabemos nada."
Con un gesto de su quitinosa mano, Mori amplió la imagen del holovisor a su espalda.
"Admito que la idea de Shin erigiéndose como el primer gran héroe en derrotar a una nueva amenaza para la galaxia es muy tentadora y no os reprocho la insistencia... ¿Pero qué es lo que sabemos realmente?", preguntó Ogun-Mori al tiempo que señalaba una serie de documentos, "Nuestros informadores en distintos departamentos del gobierno conciliar no nos han podido dar nada más allá de vagas conjeturas y datos muy censurados. Las medidas de seguridad están siendo más altas y menos transparentes de lo normal, sin duda para evitar causar un pánico entre la población."
"La mayoría de medios están transmitiendo una historia oficial sobre nuevas maniobras. Otros especulan con algún tipo de nueva ofensiva contra los garmoga", interrumpió una voz precedida por un chasquido de estática. El científico fulgara al cargo del proyecto había entrado en la sala sin aviso previo, para consternación de los presentes.
A Ogun-Mori no pareció importarle, saludando al doctor con un gesto de la cabeza.
"¿Alguna observación con la que iluminarnos, doctor?"
"Shin es un prototipo. Diseñado para ser efectivo contra un enemigo conocido y examinado a fondo. No sabemos nada de este nuevo oponente y sería necio enviar a nuestra inversión más valiosa a algo que podría torcerse de múltiples formas. Olviden las ganancias a corto plazo y piensen en lo devastador que sería perderle sin que podamos afinar el procedimiento que llevó a su creación."
"Ahí lo tienen, amigos míos", añadió Mori extendiendo sus brazos en un aspaviento de pretendida magnanimidad, "No seamos codiciosos. Shin no intervendrá en este nuevo conflicto. Podemos dejar un poco de gloria a otros si con ello garantizamos la continuidad a largo plazo de nuestro producto."
Si, un poco de propaganda habría estado bien, pensó Ogun-Mori, Pero de poco valdría si nos quedamos sin nada que vender.
******
"¿Ninguna señal?"
Sentada sobre su cama, Alma Aster alzó la vista hasta ese momento fijada en el holovisor de su muñeca al oír la voz de su hermano. Armyos estaba de pie y con sus brazos cruzados, ligeramente inclinado contra el marco de la puerta abierta de la habitación.
El Rider Orange miraba con un gesto inquisitivo y preocupado a su hermana mayor.
"Nada", respondió la Rider Red, "Casi dos semanas desde su marcha y ni una señal del tío Amur."
"No es la primera vez que tiene una ausencia prolongada atendiendo asuntos de los eldara."
"Pero siempre respondía a cualquiera de nuestros mensajes, aunque fuese una mera señal de que lo había recibido."
El "Tengo miedo de que le haya pasado algo" resonó en las mentes de ambos, aunque no hizo falta pronunciarlo en voz alta.
Armyos suspiró, frotándose la nuca al tiempo que entraba en la habitación y se sentaba en el borde de la cama junto a su hermana, apoyando su mano sobre el hombro de ella.
"Estará bien", dijo, "Piénsalo. El tío Amur sabe cuidarse. Es más viejo que la civilización actual."
"Lo sé, lo sé, pero hay tantos cabos sueltos últimamente..."
"Lo de Keket... ¿Cómo se tomaron el informe los peces gordos?"
Alma bufó, con un gesto de incredulidad.
"Bueno, Ziras me aseguró que entendía nuestras razones para no aportar ese dato de entrada", explicó Alma, "En la práctica solo les permite aportar un nombre a la información que ya tienen en el Concilio, pero no me quito de la cabeza que algunos del Mando han debido refunfuñar algo."
"Bah, Ziras puede lidiar con ellos. A estas alturas deberían tener más presente que tenemos cierta autonomía", replicó Armyos, "Lo que está claro es que las cosas van a empezar a moverse en direcciones extrañas."
"Ah, veo que tu también has leído el informe de la Balthago", dijo Alma.
"Creo que la única que no lo ha leído es Avra, y porque Antos se lo resumió de aquella manera...", rió Armyos. Su risa se tornó en un suspiro, "¿A qué demonios está jugando esa Rider Green? Primero nos da una paliza de campeonato..."
"Me la dio a mí, vosotros os librasteis bastante", interrumpió Alma.
"Detalles, detalles... La cuestión es que nos metió una buena y está abiertamente aliada con los garmoga... ¿Y ahora va y salva una de las naves del Concilio? ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por caridad?"
"Athea comentó más o menos lo mismo", dijo Alma, "Ella cree que era simplemente un acto de eliminar a la competencia."
"Esperemos que ese sea...", comenzó Armyos, para interrumpirse de golpe, siendo su voz acallada por una estridente alarma resonando por todo el complejo de los Rider Corps.
"Esa no es la señal de un ataque garmoga", observó el Rider Orange. Y no lo era. La nueva alarma tenía una cadencia totalmente distinta.
"No", dijo Alma, "Es la señal de un llamamiento a las tropas."
******
Año galáctico estándar 2044 DF, a tres meses del final de año.
Despertada de su letargo, Keket, la Reina de la Corona de Cristal Roto, inicia su primer asalto abierto contra la galaxia. Tres mundos se ven comprometidos simultáneamente.
Comienza así, aún en pleno conflicto contra los garmoga, la Segunda Guerra Sombría galáctica.
El nuevo conflicto verá su resolución en cuatro días.
Para bien y para mal.
******
Goa Minila y Tobal Vastra-Oth dormían.
Legarias Bacta fingía hacerlo en su celda, su mente convertida en una maraña de concentración fijada en una espiral minúscula dibujada con su propia sangre.
La única luz en la residencia de IX-0900 era el resplandor de los monitores ante el rostro pálido de Meredith Alcaudón. Un rostro que mostraba una expresión de desencajada sorpresa y horror ante las palabras que se podían leer en la pantalla frente a ella.
Tras determinar las trampas del cifrado, por fin había comenzado a avanzar realmente en la transcripción del código, Por fin estaba consiguiendo resultados, aún cuando todavía se encontraba en una fase muy temprana donde solo conseguía pequeños fragmentos legibles de los datos contenidos. Ningún documento completo hasta ahora.
Pero aquello... aquello que tenía delante había ganado una aterradora prioridad frente a todo lo demás.
Dos palabras. Dos palabras bastaron para que una losa de miedo helado se asentase sobre el alma de Meredith Alcaudón.
[[PROYECTO GARMOGA]]
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