sábado, 29 de enero de 2022

I06 INTERLUDIO: TABLERO

 

A Valkius le encantaba volar en el espacio. Sin nave.

El desarrollo de campos de energía individuales había dejado en desuso el empleo de trajes espaciales adaptados para las distintas especies, ofreciendo una alternativa mucho más cómoda y práctica.

Cierto es, la mayoría seguían teniendo que vestir cierto nivel de protección. El campo de energía envolviendo sus cuerpos los escudaba del frío del vacío y la carencia de aire, pero no podía hacer mucho contra posibles descargas de radiación cósmica. También era habitual el uso de pequeños propulsores personalizados, aunque algunas especies seguían manteniendo el uso de anclajes de seguridad a distancia que mantenían al usuario unido a la nave o estación cercana como un cordón umbilical.

Las reparaciones que estaba realizando podrían haberse hecho perfectamente con un dron, sentado cómodamente desde el interior de la estación, pero al joven laciano le apetecía pasear entre las estrellas. Era uno de los pocos lujos auténticos que suponía su trabajo.

Alzó la vista, dirigiéndola al Iris aún en construcción.

Como todos los lacianos, su aspecto se asemejaba al de un cocodrilo o caimán humanoide, pero con placas metálicas en lugar de escamas. Sus ojos habrían estado ciegos por la luz de la cercana estrella reflejada en el Iris si no fuese por las lentes especiales que los cubrían.

El Iris era uno de los últimos avances de la red ZiZ. Si bien los satélites planetarios habían cumplido sus funciones de seguimiento de enjambres garmoga en el espacio cuando se acercaban a planetas, la idea tras el Iris era crear un rango de vigilancia que cubriese un sistema solar entero.

Era también una estación espacial en sí misma., aunque en aquel preciso momento contaba solo con una tripulación temporal conformada en su mayoría por los técnicos encargados de su construcción y mantenimiento, como Valkius. Había un destacamento de seguridad, pero estaba muy lejos de ser el número de tropas que se esperaba que el Iris albergase en un futuro.

La idea es que una vez plenamente funcional y armado, el Iris serviría no solo para la detección y seguimiento de enjambres garmoga con mucha más antelación de la que contaban –además de hacer uso de enlaces a sensores en los planetas habitados del sistema para detectar las lecturas de energía de portales– sino que permitiría el despliegue de escuadrones de combate que constituirían una primera línea de defensa.

No podrían lidiar por si solos contra un enjambre de aquellas bestias, pero ganarían mucho más tiempo para la evacuación planetaria y la llegada de los Riders y sus Dhars. Se había teorizado que en algunos casos se podría incluso repeler la incursión antes de que alguno de los drones garmoga tocase tierra, siempre que no hiciesen uso de portales como en Calethea, Cias o Camlos Tor.

La gente aún tenía pesadillas con el último. Cualquiera que viese las noticias podía ser testigo de los ánimos crispados en la Sede Senatorial. Valkius no era ducho en política, pero estaba convencido de que era cuestión de tiempo de que alguien hiciese algo estúpido llevado por el miedo.

Un chasquido de estática en el implante de su oído le indicó una señal entrante de comunicación.

"Valkius, ¿todo bien por ahí?", preguntó la voz de uno de sus compañeros.

"Sin novedad, estoy terminando las calibraciones de las células solares en el segmento izquierdo."

"Hemos detectado unas lecturas extrañas, algo de masa considerable surgiendo de la nada y objetos más pequeños en torno a ello."

Valkius miró alrededor, pero no vio nada. Solo el planeta bajo ellos, el sol cercano y la estación junto a la que estaban flotando.

"Contacto visual negativo por mi parte ¿estáis seguros? ¿Podría ser un asteroide?"

"Salvo que los asteroides hayan aprendido a telepor..."

La comunicación se cortó de golpe, al mismo tiempo que una vibración sacudió la estación. De haberse transmitido el sonido allí afuera Valkius habría oído todo el metal, plástico y bio-cerámicas del Iris retumbar como un animal moribundo.

¿Pero qué está pasando...?, pensó.

De repente, una sombra cayó sobre él, bloqueando la luz del sol. El laciano se dio la vuelta y lo que vio lo paralizó.

Donde hasta hace unos instantes no había nada, ahora flotaba una enorme construcción piramidal, de un material negro que no podría determinar si se trataba de algún tipo de metal o cristal. Su negrura era profunda, absorbiendo la luz y negando cualquier reflejo, como si un pedazo del mismo vacío hubiese tomado forma de repente. La única nota de color era un resplandor rojizo intenso en una apertura horizontal cerca de la cúspide. A Valkius le hizo pensar en una herida abierta y sangrante.

Aquella era la masa que habían debido detectar los sensores, pero el enorme objeto, aquella pirámide, se había mantenido invisible al ojo desnudo hasta aquel preciso momento.

A través de la mano con la que se sujetaba a la estación Valkius sintió una nueva vibración, más pequeña pero cercana, como si algo hubiese impactado junto a él.

Girándose de nuevo con cierta dificultad en la gravedad cero del espacio, el técnico vio al ser que se encontraba de repente a su lado. Una criatura humanoide, con rasgos en su inexpresivo rostro similares a los de atlianos o humanos. Parecía una estatua tallada en un cristal oscuro, sin más rasgos definidos.

Se movía de una forma imposible de describir. No había articulaciones visibles y su masa parecía redistribuirse cada vez que flexionada una de sus extremidades o retorcía su torso.

Y estaba allí, junto a Valkius, casi tocándole.

El ser, la Esquirla, extendió una mano con dedos de repente largos y finos como agujas que penetraron a través del escudo de energía que protegía al técnico del vacío del espacio como si no existiese. Tocó la frente de escamas metálicas del laciano y se hundió en ella como si fuese la más blanda de las carnes.

Valkius gritó, un alarido profundo que no impidió que oyese la voz de la criatura. Una imposibilidad, estando en el espacio y sin medios de comunicación directa, pero pese a todo pudo oír al ser delante suyo mientras éste clavaba sus dedos en su frente, llenándolo de algo frió y ardiente al mismo tiempo.

"sALvE a lA rEIna."

Y con un último estertor y un grito tornado en un quejido lastimoso, Valkius dejó de existir y otra cosa ocupó su lugar.

 

******

 

Que aquella cantina tuviese un holovisor era un milagro, o al menos eso pensaba Axas.

Ivo Nag dejó muy claro que por mucho que aquella roca fuese uno de los lugares más aislados de la galaxia, la información era siempre importante, y aún más si el sitio en cuestión era lugar de parada para delincuentes, piratas, contrabandistas o fugitivos como ellos.

Así que desde hace unos días habían tomado la costumbre de reunirse allí en las últimas horas de sol, para descansar tras un día de trabajo.

Dovat seguía entrenando y estaba amasando una pequeña fortuna tras encontrar una liga clandestina de combate cuerpo a cuerpo que operaba en el viejo puerto espacial. Medir sus habilidades contra oponentes mundanos no la haría más fuerte, pero era un excelente ejercicio de control.

Ivo Nag ayudaba a Axas con las reparaciones de su nave y su mantenimiento, pero había empezado a ser conocido entre la población local como el individuo al que debían ver si necesitaban un doctor. Parece que hacía mucho tiempo desde que aquel mundo fronterizo había tenido un médico en condiciones.

Puede que allí Nag no tuviese clientela rica a la que desplumar como en Cias, pero debía haber aún cierto orgullo profesional en el viejo phalkata pues se lanzó a atender a la escasa población del lugar como si fuesen clientes preferentes, aunque muchos no pudiesen pagarle con créditos y recurriesen a regalos, alimentos o cualquier cosa con la que pudiesen hacer trueque.

El problema es que estaban empezando a ser conocidos, a perder anonimato. Aunque usasen nombres falsos.

El encuentro con los operativos había sido una llamada de atención seria a dicho problema, y aunque Dovat había encontrado la forma de sacarlos del planeta sin matarlos (algo que Ivo Nag seguía criticando) tras un encuentro fortuito con un viejo conocido pirata, los dos hermanos atlianos sabían que tendrían que partir pronto.

Habían intentando interrogar a los, asesinos pero como Nag indicó era obvio que no sabían nada más allá de datos básicos de sus objetivos. Que en vez de volver a mandar a los Riders, o a alguna autoridad oficial tras ellos, fuesen asesinos profesionales los encargados de perseguir a Dovat y Axas había convencido a su hermana más que nunca de que alguien quería atar un cabo suelto de forma extraoficial y sin hacer ruido.

El problema es que ellos no sabían qué era exactamente lo que había encontrado su tío Tiarras cuando trabajó para los Rider Corps. Sabían que era algo serio, algo que comprometía a los Corps de forma catastrófica, pero Tiarras Pratcha nunca les había dado detalles, para mantenerlos a salvo.

Pero alguien en los Corps debía creer que ellos poseían la información.

Sumido en sus pensamientos, Axas no se percató de que algo había pasado hasta que Dovat se levantó de golpe.

"¿Dovat, qué...?", preguntó. Su hermana no respondió, su mirada fija en el holovisor.

La programación hasta aquel momento había sido un debate improvisado tras la presentación de aquel Shin hace unas pocas horas. Axas vio que había sido interrumpido por un aviso oficial.

"...rps alertan de que una infestación garmoga se ha desatado en el mundo de Alirion, un planeta de clase 5 en el cuadrante Guímel. Hemos sido informados de que los Riders ya han partido desd..."

"Axas", dijo Dovat, sin apartar la mirada de la transmisión.

"¿Si?"

"¿Cuánto tiempo supondría para los Riders ir de su base en Occtei a Alirion?"

"Aún con las velocidades de los Dhars... no puedo asegurarlo. Pero Alirion está situado en los círculos internos del cuadrante", explicó Axas, "Me extrañaría que tardasen más de cuarenta minutos, pero puede que una hora en el peor de los casos."

"Más otra hora para regresar y todo el tiempo que estén en combate, que puede ser impredecible. Podrían llegar a estar medio día fuera, o más...", susurró Dovat, casi como si estuviese hablando para si misma, con un brillo en los ojos que Axas reconoció con alarma.

Su hermana estaba teniendo una idea.

Oh, dioses, espero que no esté pensando lo que creo que está pensando.

"Axas, ¿Cuánto tardaríamos en ir de aquí a la base de los Rider Corps en Occtei si salimos en menos de quince minutos?"

El joven atliano reprimió el impulso de golpearse la frente con la palma de la mano tras asimilar la pregunta que acababa de hacer su hermana y comprender lo que ella estaba planeando.

Como odiaba tener razón siempre.

viernes, 21 de enero de 2022

059 LECCIÓN DE HISTORIA

 

"¿Has visto las noticias?", preguntó Iria.

Alma ni siquiera había podido musitar un saludo antes de que la doctora la abordase con dicha pregunta al retornar al Complejo Residencial de los Corps tras su encuentro con Amur-Ra.

"Er... no. He estado todo este tiempo en el templo con el Tío Amur", dijo Alma con gesto extrañado. Una idea alarmante cruzó su mente en ese preciso momento y su expresión de extrañeza se tornó en una de preocupación, "¿Ha pasado algo? ¿Alguna emergencia?"

"¡Oh! No, no, no", comenzó a decir Iria al tiempo que negaba con la cabeza, "Es algo importante pero no diría que es una emergencia... bueno, no creo... será mejor que hables con los demás, han vuelto hace rato."

Sin más intercambio de palabras aparte de una ligera conversación informal y privada entre ambas, la Rider Red y la doctora caminaron con paso rápido hacia el área de reunión del Complejo Residencial.

El área de reunión, o recreo, o esparcimiento, o como quisieran llamarla aquella semana en la documentación oficial, era un enorme salón. En otro tiempo había sido una suerte de guardería, hoy era un área recreativa con computadoras, holovisores, videojuegos, música y otros elementos de ocio, incluido un pequeño mueble bar.

Oficialmente, su uso estaba disponible para todo el personal de los Corps del área residencial, y no era raro ver de cuando en cuando a alguien del personal de guardia aprovechar allí sus horas libres.

Pero las más de las veces ejercía la función de sala de estar para los Riders, que paradójicamente contaban con muchos más ratos muertos que nadie más en los Corps.

Cuando Alma e Iria entraron, los demás ya se encontraban conversando entre sí. Armyos, Avra y Antos estaban sentados en el sofá principal frente al holovisor. Athea por su parte estaba de pie tras ellos, reclinada sobre el sofá justo a espaldas de Armyos.

Ella fue la primera en verlas llegar, haciendo un gesto de saludo con la cabeza. Avra fue la siguiente.

"¡Ah! Por fin tenemos de vuelta a la intrépida líder."

"¿Cómo ha ido la charla con tío Amur?", preguntó Armyos.

"Tengo mucho que contaros", respondió Alma al tiempo que Iria y ella se sentaban en el segundo sofá situado al lado del principal, "Pero Iria me ha dicho que ha pasado algo importante..."

"Tenemos competencia hermanita, y esta vez es oficial", dijo Antos al tiempo que activaba el holovisor.

Una grabación de la retransmisión de la rueda de prensa con la presentación de Shin se materializó ante ellos como un constructo tridimensional. Alma observó en silencio, totalmente seria, no dejando que su rostro reflejase ninguna emoción. Iria en cambio la observaba a ella de forma inquisitiva.

"Esto es... interesante", murmuró.

Avra bufó, levantando una ceja incrédula, "¿Interesante? ¿Eso es todo lo que vas a decir?"

"A mí me intriga porque lo han convertido en un humanoide", intervino Iria, "Quiero decir... es obvio que es un eldrea, y la morfología insectoide de su especie es tan válida para un combatiente como las humanoides de las nuestras, puede que incluso más. Así que... ¿por qué someterlo a esas modificaciones físicas tan radicales?"

"Marketing", dijo Antos, "Con una forma humanoide se parece a nosotros. Quieren presentarlo como una alternativa directa en ese sentido. Algo familiar para las masas."

"Eso resulta tan deprimente y tan cuestionable en tantos sentidos que no sabría por dónde empezar", dijo Iria, "¿Alma? No tienes nada más que decir?"

"Bueno, se me ocurre toda una lista de pros y contras al respecto, y algunos de los últimos bastante serio, pero al final del día... Si uno de los resultados de esto es que vamos a tener más gente ayudando de forma activa contra los garmoga, bienvenido sea."

"Muy pragmático por tu parte. Pero el problema será que hacer con todos esos supersoldados cuando no estén los garmoga", dijo Armyos, "Porque dudo que Shin vaya a ser el único."

"Para preocuparnos de eso primero tenemos que asegurar que pueda existir un futuro sin los garmoga", respondió Alma, "No digo que ignoremos los riesgos, pero el aquí y ahora se encuentran en una situación crítica... puede que más de lo que pensábamos."

"¿Alma?", preguntó Athea, notando la sombra que había caído sobre los ojos de su hermana.

Con un suspiro, Alma se levantó. Sacó una pequeña tarjeta de datos de su pulsera-comunicador y la insertó en el holovisor.

Una nueva imagen tomó forma ante ellos. Una suerte de losa o roca lisa, con grabados de aspecto antiguo sobre ella, figuras humanoides y alienígenas en torno a una pirámide negra sobre la cual descasaba una figura femenina sedente de mayor tamaño que las demás.

"Esta reliquia se encontró en Konsu, en unas excavaciones realizadas durante el Resplandor Galáctico hace un par de siglos. "

Alma hizo un gesto con la mano sobre la proyección y esta cambio.

"Esto que veis aquí una vasija encontrada en Zuen, aproximadamente en los tiempos de la fundación del Concilio. La figura representada se corresponde con una deidad de la mitología gobbore. Es casi idéntica a la anterior."

Alma movió su mano y una rápida sucesión de imágenes pasó ante los ojos de los Riders e Iria. Tablillas, documentos antiguos, fotografías de templos en ruinas, estatuillas...

En todas y cada una de ella la misma figura, una mujer humanoide de color negro o gris oscuro, sentada sobre una pirámide. Su cabeza adornada por una suerte de tirara o corona quebrada.

"La primera imagen que os mostré es la más antigua de las reliquias que se han podido datar de forma precisa", explicó la Rider Red, "Tiene unos quinientos mil años. Es más antiguo que cualquier dato fiable histórico recogido en la galaxia tras la Ascensión. Los conocimientos exactos del Concilio se remontan como mucho a hace unos treinta mil años en plena Era de los Rangers. Esto es mucho más antiguo."

"Toda esta lección de historia es muy interesante Alma, pero ¿qué demonios...?", dijo Antos.

"Tengo un mal presentimiento...", murmuró Armyos.

"Como podéis ver, la misma figura aparece representada en todas ellas. Distintos planetas, distintas especies, algunas de ellas ya extintas... pero un mismo mito. Aparece nombrada como Kes, Kek, Kekue o Kesset en distintas fuentes."

Alma apagó el holovisor, recogiendo de nuevo la tarjeta de datos.

"Amur me contó que en los mitos de los eldara, en las historias que le contaban cuando él era niño, se la conocía como Keket, la Reina Crisol o la Reina de la Corona de Cristal Roto. Según él, ella es la 'madre' de la Esquirla y las criaturas que encontramos en la luna de Valphos. Y a efectos prácticos... es una diosa."

Un silencio pesado como una losa cayó sobre los presentes. Solo duró unos instantes, pero pareció durar una eternidad antes de ser roto por Armyos.

"Cinco infiernos, es incluso peor de lo que esperaba..."

Antos se había quedado con la boca abierta y una expresión que parecía una mueca a medio camino entre el miedo y la histeria, como si un amago de risa se hubiese cortado en seco antes de poder salir de su boca.

Avra parecía haber palidecido ligeramente, pero un fuego impaciente brillaba en sus ojos al tiempo que una sonrisa predadora comenzaba a formarse lentamente en sus labios.

"¿Amur-Ra no dijo nada más? ¿No tiene más información?", preguntó Athea. Su expresión seguía firme, salvo por un ligero fruncimiento de su ceño.

Alma negó con la cabeza, "Más allá de unos cuantos consejos básicos en base a lo que describí del combate, no tenía mucho más que decir. Va a trasladarse a Elderia en unas horas para revisar los archivos de su gente, a ver si puede encontrar algo más concreto."

"Así que...", comenzó Iria, "Una diosa oscura de un tiempo anterior a la mayoría del recuerdo de las actuales civilizaciones de la galaxia. Va a ser interesante explicárselo al director y al Mando."

"Más allá de añadir el nombre y algunas referencias en el informe especial preferiría mantener esto entre nosotros", dijo Alma, "Historias de dioses antiguos... es la clase de relato que va a despertar escepticismo. Prefiero tener más pruebas y más datos concretos antes de que presentemos alguna propuesta de acción oficial a nuestros superiores."

"¿Así que nuestra política va a ser...?", preguntó Armyos.

"Seguir como hasta ahora, lidiar con los garmoga. Pero con un ojo abierto y un oído atento por si tenemos nuevos avistamientos de estas criaturas e intervenir si hacen su presencia conocida de forma hostil. Pero de momento dejémoslo en que son algún nuevo tiempo de especie alienígena y no un antiguo hombre del saco", explicó la Rider Red, "La galaxia ya tiene suficiente miedo con los actu..."

Las palabras de Alma se cortaron de golpe cuando una alarma comenzó a sonar de forma repetida y estridente. Luces rojas iluminaron la estancia y los pasillos parpadeando durante unos segundos. La alarma se cortó para ser sustituida por una potente sirena a lo largo y ancho de todo el complejo.

Todos se levantaron de golpe, como impulsados por un resorte. Iria salió corriendo en dirección al laboratorio médico al tiempo que mascullaba un quedo "Hablando del diablo..."

Por su parte, los Riders vieron sus cuerpos envueltos en destellos de luz sin pronunciar palabra y en un instante sus armaduras los habían envuelto, como segundas pieles. El rojo carmesí de Alma, el azul celeste de Avra, el púrpura intenso de Antos, el naranja cálido de Armyos y el negro profundo de Athea.

Con un segundo destello de variado cromatismo abandonaron el salón de esparcimiento e hicieron acto de presencia en las áreas de contención de los Dhars. Las criaturas habían sentido la expectativa de sus jinetes a través de los lazos psíquicos que los unían segundos antes de que éstos se materializasen ante ellos.

En alguna parte de la galaxia había comenzado una infestación garmoga y era su deber hacer frente a aquellos monstruos.

viernes, 14 de enero de 2022

058 VIEJA SOMBRA

 

El silencio se había adueñado del bar NEXUS.

Bueno, no es una afirmación del todo cierta. La música de fondo seguía sonando, los zumbidos de los neones y las voces de las emisiones holográficas. Pero aparte de eso toda persona del interior del bar había caído en el más absoluto silencio, atentos a la emisión de última hora.

Especialmente en un grupo de personas en un área VIP del nivel superior del local. Athea y Alicia se habían unido a los demás Aster justo cuando el individuo conocido como Shin fue revelado al público. Aunque no lo exteriorizaron de forma abierta, Alicia Aster pudo sentir el shock en su familia y como persona observadora que era, estuvo tan atenta a ellos como al grandilocuente CEO de la Sentan Corp en la emisión.

Avra era quizá la mayor sorpresa. Había interés en sus ojos, pero también un cierto aire de... ¿indiferencia? Alicia no podría asegurarlo con total plenitud, pero parecía que la más joven de sus tías no veía nada especial en Shin más allá del anuncio inicial. Era una postura extrañamente relajada para la Rider Blue, más propensa a explosiones emocionales.

Antos estaba sonriendo de oreja a oreja. Alicia no sabía muy bien que pensar de esto, su tío siempre había sido un personaje más complicado de lo que podría pensarse tras un vistazo superficial. ¿Alegría genuina porque alguien más fuese a compartir el peso de su labor? ¿Algo más frívolo? ¿Ambas?

En contraste, Armyos era como un libro abierto. Parecía tranquilo pero Alicia pudo ver una ligera sombra de preocupación caer sobre su semblante. Armyos era el diplomático de la familia y siempre pensaba en las ramificaciones de sus  actos. Seguramente estaba ya dándole vueltas a que consecuencias podrían derivar de tener un nuevo elemento en la guerra contra los garmoga, para bien y para mal.

A simple vista Athea Aster parecía totalmente inexpresiva frente a lo que estaban viendo, pero Alicia conocía bien a su madre. Sin duda alguna la Rider Black se sentía ambivalente ante Shin y, reconociendo sus propias contradicciones, Athea Aster reservaría cualquier juicio al respecto hasta contar con información de primera mano de dicho individuo.

Era una lástima que tía Alma no estuviese presente. Ver la reacción de la Rider Red habría sido interesante.

La improvisada rueda de prensa de la Sentan terminó con prontitud. El tal Shin era claramente parco en palabras. Sus respuestas a las limitadas preguntas de la prensa habían sido prácticamente monosilábicas. La mayor parte del tiempo fue Ogun-Mori, el CEO, quien llevó la voz cantante o tomó la palabra sobre su recién presentado supersoldado.

Con la programación habitual siendo retomada, el murmullo de las conversaciones volvió a unirse al resto de sonidos del local.

"Bien, eso ha sido...", comenzó Armyos.

"Meh", dijo Avra, "Me esperaba algo más gordo. Al menos un grupo entero. ¿Un solo tipo? Más le vale ser bueno."

"Al menos esta vez es competencia oficial y no amateur como en el caso de Cias", dijo Antos, "Y si hace bien su trabajo... eh, mejor para todos ¿No?"

"Solo dices eso porque quieres más tiempo libre", replicó Avra con una media sonrisa que se tornó completa al centrar su vista en Alicia, "¡Hola, sobrina favorita!"

Alicia Aster bufó, de buen humor, "Soy tu única sobrina, tía Avra."

"Que sepamos", replicó la Rider Blue echando una mirada a Antos.

Éste se limitó a levantar una mano con gesto indiferente antes de retomar el hilo de la conversación previa.

"Bueno, sigo creyendo que esto pueden ser buenas noticias ¿No crees, Armyos?"

El Rider Orange parecía estar ensimismado porque tardó unos segundos en responder, "¿Ah? Si, si... mejor..."

"¿Armyos?"

"Lo siento. Es que me preocupa... Bueno, tener a más gente de nuestro lado contra los garmoga siempre es bueno, pero me escama que la iniciativa haya venido de una corporación y no de uno de los gobiernos planetarios."

"Temes que sea más propaganda glorificada que un efectivo útil", observó Athea.

"Más les vale que no", dijo Avra dejando aflorar un poco de su temperamento, "No me haría ninguna gracia tener que hacer de niñera de ese tipo si coincidimos en un área de infestación con él y resulta ser un inútil."

"Aunque lo usen como propaganda ambulante no les conviene que sea un lastre en situaciones reales", añadió Alicia, "Si os estorba en vuestro trabajo a la larga eso es peor para el negocio, y no creo que los peces gordos que invierten en la Sentan se queden contentos con su CEO si ese fuese el caso."

Armyos asintió, echándose hacia atrás en su asiento, "Me pregunto qué dirá Alma de todo esto cuando se entere."

 

******

 

Rara vez sentía el peso de los años, pero en ocasiones Amur-Ra temía echar la vista atrás y perderse en la marea de sus recuerdos.

Nombres, rostros y lugares que variaban de meras sombras apenas recordadas a conocimiento grabado a fuego que perduraría por siempre mientras él existiese. Amur-Ra era antiguo, y tal era una condición que nunca habría deseado a nadie.

El paso del tiempo, rápido y lento a partes iguales. Había algo cruel en presenciar el marchitamiento y marcha de los que te rodean y anhelarlo, pero al mismo tiempo temer la llegada del final por muy remoto que fuese. La sensación de haber vivido tanto que el peso de los años se torna en un agujero negro en tu alma y al mismo tiempo tener el mismo miedo de que el tiempo que se te ha dado no sea suficiente.

Vivamos un lustro o milenios, pocos están contentos con lo que tienen, pensó.

Le habría gustado afirmar que él había trascendido tales preocupaciones con la sabiduría de la edad, pero no caería en dicha hipocresía. Siendo uno de los pocos de su gente que renunció a la Ascensión, Amur-Ra seguía sometido a las redes del pensamiento mortal y era consciente de su propio ser y su posición en el cosmos.

Había vivido tanto que su propia naturaleza había cambiado. La mayor parte de la galaxia conocía a Amur-Ra como un ente de energía atado al mundo físico a través de un pilar de cristal cargado de sellos y constructos mágicos sobre un soporte mecánico flotante para su desplazamiento. Asumían que los eldara siempre habían sido así.

Eran pocos quienes conocían o recordaban que los eldara habían tenido cuerpos físicos, humanoides, como los de muchas otras especies.

Pero pocos eldara al margen de la Ascensión habían vivido tanto como él. Su propio lazo con el Nexo lo había garantizado, y si algo se reprochaba a si mismo era la posibilidad de haber puesto la misma carga sobre la joven muchacha que ahora se sentaba junto a él en el Templo de Elda.

Joven muchacha, si. Con ciento setenta y tres años Alma Aster había vivido más que ningún otro miembro conocido de su especie (eran pocos los humanos que vivían más de ciento cuarenta), pero apenas dos siglos eran nada para Amur-Ra, y para él una parte de Alma siempre sería la pequeña cazadora que en su infancia lo emboscaba saltando de entre los arbustos.

Quizá por eso nunca había dejado de usar el honorífico kor con el nombre de ella, en vez del aika más apropiado para una adulta.

La sintió entrar en el templo durante sus meditaciones y sentarse junto a él sin mencionar palabra alguna, callada y paciente, esperando a que el mismo Amur-Ra tomase la iniciativa.

"Aster Alma-kor."

"Tío Amur", respondió ella con voz queda, "Asumo que has leído el informe de la última misión."

"En efecto. Y yo asumo que tienes preguntas que hacerme, pequeña cazadora."

"Las criaturas que encontramos... el ser autodenominado como Esquirla... no hay nada en nuestros registros que se les asemeje. A todos los efectos son algo nuevo", dijo Alma, "¿Pero no es así, verdad?"

De haber tenido pulmones, Amur-Ra habría suspirado. Aún así, el gesto visible en su rostro flotante en su pilar de cristal reflejaba bastante bien lo que sentía.

"La memoria de la galaxia es breve", explicó, "Las civilizaciones que hoy viven en ella son jóvenes. Y los garmoga son un monstruo reciente y casi inexorable. Su horror ha marcado a las gentes que la habitan y muchos, los de las últimas generaciones, no recuerdan una galaxia sin ellos, sin su terror."

"Aún hay algunos que recuerdan el Resplandecer Galáctico, lo añoran", dijo Alma.

"Casi tres siglos de paz absoluta. Un logro encomiable. Pero los ciega su misma nostalgia por esos días tanto como su miedo por el presente. El Resplandecer fue una rareza. Siento decir que el conflicto siempre ha sido la norma en esta galaxia."

Amur-Ra calló por unos instantes. Pasó casi un minuto antes de que hablase de nuevo. Alma Aster esperó, paciente.

"Si, siempre conflicto... como he dicho, los garmoga son un horror reciente, y la galaxia es de memoria breve. Pero la galaxia en sí misma es antigua, Aster Alma-kor. Antes de los garmoga, antes de la Ascensión, en días en que ninguna de las especies que hoy gobiernan este rincón del cosmos aún ni soñaban con el concepto de civilización, la galaxia ya había sido un nido de sombras y horrores, y temo que una de esas viejas sombras haya despertado, pero..."

"¿Pero?"

"Lo que habéis encontrado es una imposibilidad, Aster Alma-kor. Una leyenda que ya era antigua cuando yo era joven. El monstruo con el que mi madre tintaba de sombras los cuentos de mi niñez para advertirme de los peligros que me rodeaban."

El rostro de Amur-Ra giró en el interior de su cristal y se volvió plenamente hacia Alma. La Rider Red seguía sentada sobre la hierba del patio del templo, atenta como cuando él le contaba historias en su niñez, en esos preciados momentos que la madre de Alma había podido arañar para darle un simulacro de infancia.

Una vez más el viejo eldara sintió el remordimiento.

¿Cuánto vivirás tu, pequeña cazadora?, pensó, ¿Tus hermanas y hermanos? ¿A cuántos seres queridos enterrareis? ¿Serás tú quién un día tenga que renunciar a su cuerpo y aprisionada en un sellado mágico cuente historias a otra niña sobre la que ha caído la misma carga?

"¿Tío Amur?", cuestionó Alma con suavidad.

Amur-Ra se percató de que había estado callado más tiempo de lo normal, perdido en los ecos de la culpa. Alma lo había notado, si el deje de preocupación en su voz era signo de ello.

"Lo siento, Aster Alma-kor. Creo que hoy es uno de esos días en que la memoria y el pensamiento absorben mi atención", explicó el viejo eldara, "Ahora, deja que te cuente una de las historias que me contaron a mi cuando era más joven que tu."

Allí, en el patio del Templo de Elda, Amur-Ra le contó a Alma la historia de la Reina de la Corona de Cristal Roto. La historia de Keket, la Reina Crisol.

A pesar de la claridad del cielo y la viva luz del sol que caía sobre ellos en el patio, al oír aquella historia Alma Aster sintió un estremecimiento.

Las sombras parecían más profundas que nunca.  

martes, 4 de enero de 2022

057 VOZ OLVIDADA

 

Vas a ser un héroe.

La voz resonó clara en su cabeza, diáfana, como si la persona que pronunciase dichas palabras estuviese ahí mismo sentada junto a él en la frialdad de la estancia de carga/laboratorio de la nave de transporte de la Sentan Corp en la que se encontraba.

La voz era, posiblemente, la sensación más presente que acompañaba a Shin en aquel momento.

Sus nuevos sentidos habían sido afinados por su transformación a niveles que ningún miembro de su especie, los eldrea, había experimentado jamás. Por suerte junto con ello la cirugía e implantes habían garantizado que su sistema nervioso no se viese bombardeado por una oleada sensorial incontrolable.

Tenía constancia de todo a su alrededor. Los movimientos imperceptibles de su propio cuerpo, el latido de sus dos corazones, la frialdad de la silla metálica en la que estaba sentado a pesar de la dureza de su exoesqueleto, la sequedad del aire a su alrededor, el murmullo continuo de la maquinaria y el susurro de la estática de los motores de la nave...

Aún sentía el leve escozor, la irritación en su piel en los puntos de acceso en su espalda, a los que habían sido acoplados los tubos que alimentaban su organismo con un preparado proteico especial, inyectado directamente a su riego sanguíneo.

Podía sentir el cálido líquido nutriendo al metabolismo acelerado de sus células. No tenía otra forma de alimentarse. A pesar de contar con una boca y esófago funcionales, su estomago y el resto de su sistema digestivo había sido atrofiado por los procedimientos que habían garantizado la redundancia de otros órganos y la inserción de un endoesqueleto artificial parcial en torso y extremidades y el injerto en su pecho de la Perla.

Vas a ser un héroe.

Y a pesar de todas aquellas sensaciones, aquella voz femenina clamaba su atención, como un pararrayos al relámpago.

No sabía a quien pertenecía. Estaba claro que era alguien a quien había conocido y que le era cercano, de antes del Procedimiento, pero... no podía recordarlo.

¿Una madre? ¿Una hermana? ¿Amante? ¿Amiga? ¿Ninguna de esas cosas? Ni siquiera podría decir con seguridad a qué especie pertenecía la dueña de la voz. Todo recuerdo de antes del Procedimiento era escaso, fragmentado, residual.

Sabía, y por todos los dioses esperaba que fuese cierto, que se había presentado voluntario. Que había sido su decisión y la de nadie más. Pues si bien todo recuerdo de antes de su transformación era escaso, los generados durante la misma y el proceso de recuperación y entrenamiento posteriores estaban mucho más claros.

Recordaba su segundo par de brazos, atrofiándose y cayendo.

El crujido de su exoesqueleto al expandirse, el dolor en sus músculos al crecer, los desgarros en su carne sostenida a duras penas por los implantes.

Su rostro... las mandíbulas externas y alargadas de los eldrea habían casi desaparecido dejando su boca al descubierto. Sus ojos eran más grandes y aún recordaba la extraña sensación de su expansión, como crecieron dentro de su cabeza y la percepción de presión sobre un cerebro que se expandió también hasta extenderse a un segundo núcleo de neuronas en la parte baja del torso.

Pero lo peor había sido la inserción de la Perla, aquel constructo mágico y biomecánico que había cargado su cuerpo con poder puro, purificado sus células y convertido sus alteraciones en su nuevo estado natural. Sin la Perla todo su cuerpo habría colapsado y muerto por las mutaciones inducidas quirúrgicamente.

El dolor que la magia ardiente de aquella abominación en su pecho había causado le habría impedido conciliar el sueño si aún le hiciese falta dormir.

Vas a ser un héroe.

Esperaba que la voz tuviese razón.

Le habían dicho cual era su objetivo. Matar a los garmoga en cuanto estos hiciesen acto de presencia en un mundo. Pero dicho objetivo estaba supeditado a los intereses de la Sentan Corp. En última instancia sus supervisores siempre tendrían la última palabra.

Una luz brilló sobre uno de sus ojos segmentados, sacando a Shin de sus pensamientos por un instante.

Ah, sí, el médico... no recordaba su nombre. Estaba sosteniendo una linterna y un sensor frente a él.

Era un fulgara, su cuerpo de electricidad pura contenido por un traje de contención totalmente negro conformado por cerámica flexible y carbono con revestimiento aislante. La configuración de dichos trajes era variable pues los fulgara no estaban limitados a una forma física estándar. Por cuestiones de comodidad y cercanía, el doctor vestía un traje de contención que imitaba la morfología de los eldrea. Si uno no se fijaba, podría pasar sin problemas por un eldrea en un traje de aislamiento anticontaminación.

Un chasquido de estática resonó en el laboratorio cuando el médico activo el comunicador de su traje que le permitía conversar verbalmente con otras especies.

"Parece que está todo en orden y las lecturas son correctas", dijo. Su voz tenía un deje metálico y vibrante. A Shin le llamó la atención que a cada palabra pronunciada parecía acompañarla una emisión de olor similar a ozono en el aire. No sabía si era una reacción sinestésica por su parte o si los fulgara desprendían algo de su propia energía al ambiente cuando se comunicaban.

El doctor pasó de nuevo el sensor sobre los brazos y torso de Shin. El dispositivo, rectangular y de pequeño tamaño contaba con una pantalla de proyección propia que generaba un holograma de pequeño tamaño en el cual se recreaba una reconstrucción virtual del interior del paciente.

Deteniéndose sobre el pecho de Shin, justo entre sus dos placas pectorales, el dispositivo mostró la imagen sumida en la carne de una esfera rojiza y palpitante, que parecía vibrar con energía.

"La Perla sigue estable y tomando la esencia mágica ambiental antes de reconfigurarla para tu uso", explicó, "Es una suerte para ti, el poder acceder a una infusión de magia así de directa sin tener que enlazar con el Nexo. Mucho menos peligroso que esas intentonas con llaves mórficas."

"No solo menos peligroso, también nos ahorra muchos dolores de cabeza con todos esos fanáticos religiosos", dijo una nueva voz, "Que las religiones mayoritarias de la galaxia traten  a esa fuente de magia casi como un Dios y no como el recurso que es e insistan en todos esos estúpidos rituales... es absurdo."

Ogun-Mori entró en la sala laboratorio de la nave como si fuese suya, con la seguridad que solo alguien con un ego que jamás había sido contrariado podría mostrar.

"Por suerte, vamos a demostrarles que no hacen ninguna falta ¿verdad, muchacho?", dijo el ejecutivo de la Sentan Corp al tiempo que daba una fuerza palmada sobre el hombro de Shin, "La presentación de hoy ha sido un éxito, el consejo central está contentísimo y las cifras corren en alza."

Shin no respondió más allá de una leve inclinación de cabeza.

"Mmmf", farfulló Mori, "Vamos a tener que hablar con los chicos de marketing y relaciones públicas para que te desarrollen un paquete de preparación para hablar en público. La imagen de héroe estoico y silencioso tiene su potencial, pero al menos deberías ser capaz de hablar con cierta soltura con los que te rodean o incluso responder a la prensa, aunque sea para decirles que no puedes hacer ninguna declaración."

"Sí, señor Mori", respondió Shin. Habló con lentitud, como si la articulación de las palabras conllevase un esfuerzo deliberado. Su voz sonó grave, cavernosa.

"¡Y esa voz! Quizá podamos ponerte algún tipo de dispositivo para cambiarla un poco. Ahora mismo suenas demasiado como algo salido de la tumba. Queremos que las larvas de otras especies de la galaxia compren juguetes con tu cara, no que tengan pesadillas contigo."

"Hablaré con mi equipo", intervino el doctor, "Si una nueva cirugía no es viable debería bastar con un dispositivo externo, pero antes habría que hacer pruebas. De todas formas, antes que eso deberíamos hablar del rendimiento en combate..."

Ogun-Mori hizo un gesto desdeñoso con una de sus manos, "El chico ha cumplido bien en todos los escenarios de entrenamiento ¿no?"

"En entornos controlados, simulaciones y con oponentes de voluntario mercenario", dijo el doctor, "Pero el combate real contra los garmoga..."

"Estoy seguro de que Shin podrá lucirse de sobra cuando tengamos la buena fortuna de que esas abominaciones decidan atacar un objetivo vistoso."

"Bueno, si el próximo ataque garmoga es en un mundo fronterizo..."

"Oh, ahí también, doctor", se apresuró a aclarar Mori, "No se preocupe. Aunque no diese la misma visibilidad, un acto de heroísmo desinteresado solo puede ayudar a nuestra marca."

Mori remató su respuesta con un chasquido de sus mandibular similar a una risa y una nueva palmada sobre Shin, quien seguía observando silencioso la conversación.

Pronto, el ejecutivo pasó a bombardear al doctor con una batería de preguntas sobre Shin. Si seguía estable, si el desgaste físico no era muy pronunciado, si sus reflejos y respuestas al entorno eran las apropiadas...

Shin procedió a ignorarlos, preparándose a responder únicamente si se dirigían a él de forma directa. Dejó volar sus sentidos de nuevo, permitiendo que todos los leves sonidos y sensaciones de la estancia lo arropasen.

Vas a ser un héroe, Kam-en.

Y ahí estaba una vez más, la misma voz femenina. Clara y directa al centro de su mente, como un susurro pronunciado junto a su oído, pero parecía que esta vez traía consigo algo nuevo que atrajo la atención de Shin.

Kam-en.

Ah, pensó, por supuesto.

Era su nombre, lo había olvidado.