Goemagot ardía.
La gigantesca quimera había dejado por fin de moverse. El halo metálico que crecía de su espalda se había fundido. El metal incandescente cayó como magma sobre sus hombros dejando surcos luminiscentes sobre toda su carne carbonizada. Su enorme cuerpo había caído de rodillas y se había inclinado hacia adelante hasta que la frente de su grotesca cabeza tocó el suelo bañado por los restos de los drones garmoga.
Aún ahora las llamas carmesí de Solarys lo envolvían y consumían, con pedazos de su carne biomecánica desprendiéndose al suelo en nubes de ceniza.
Alma Aster estaba de pie, sobre la cabeza de la Dhar, observándolo todo con sus brazos cruzados. El paisaje ante ella era pesadillesco, pero así solían terminar muchas de las áreas en las que se había purgado una infestación garmoga.
La pequeña ciudad costera –Alma no sabía el nombre peros se prometió a si misma que lo averiguaría– había visto al menos un tercio de su extensión destruida o dañada por las acciones garmoga y daños colaterales del ataque de Solarys. La Dhar por suerte contaba con la suficiente precisión y control sobre sus llamas para que no se produjese un incendio descontrolado, pero eso no quitaba que una parte visible de la ciudad estaba en ruinas.
Edificios ennegrecidos por las llamas y los restos calcinados de drones y centuriones garmoga se alzaban sobre el río de fuego que aún eran muchas de las calles.
Alma había dado cuenta ella misma de todo dron o centurión rezagado que hubiese tenido la fortuna de escapar a una muerte flamígera. Durante los últimos treinta minutos la Rider Red había perdido la cuenta de a cuantos de aquellos engendros había cercenado con su espada mientras Solarys seguía combatiendo con Goemagot.
Alma se sorprendió a si misma sintiendo cierto respeto hacia la criatura por su persistencia.
El impacto de Solarys había partido al ser en dos, separando su torso de sus piernas. Eso no detuvo a la quimera, que había comenzando a regenerarse absorbiendo a sus congéneres de menor tamaño a una velocidad sin precedentes. Había llegado al punto de poder ponerse en pie de nuevo y lanzar unas pocas descargas más de aquella enfermiza energía esmeralda generada por su halo dorsal.
Aquel color afloró recuerdos de su encuentro con la Rider Green y su Dhar Komai, Teromos. En el momento, y pese a estar centrada en el combate, Alma sintió un escalofrió y una sensación de ardor en el área de su armadura que aun lucía las marcas de la lucha de hace medio año.
Solarys, como siempre, sintió todo lo que pasaba por la cabeza de su Rider. La Dhar se lo había tomado como un insulto personal y procedió a envestir contra Goemagot con una furia inusitada.
De haber tenido Goemagot brazos es casi seguro que Solarys se los habría arrancado. En cambio, la Dhar Komai se contentó en hundir sus garras en los hombros de la abominación y empujarla contra uno de los rascacielos. A continuación sujetó la boca abierta de la criatura y comenzó a abrir sus mandíbulas por la fuerza.
Goemagot luchó, retorciéndose. Su halo emitió una descarga de poder tras otra, pero dada la cercanía de Solarys no tenía ninguna esperanza de alcanzarla al estar prácticamente pegada a la quimera.
Solarys abrió las mandíbulas de Goemagot y vomitó una oleada de fuego y plasma rojizo al interior de la garganta de la quimera garmoga. Goemagot ardió desde el interior, cayendo sobre sus rodillas. De pie ante la quimera arrodillada, Solarys escupió sus llamas de nuevo sobre el ser, cubriendo todo su cuerpo e inundado las calles a su alrededor en plasma rojizo, como si fuesen venas sobre las que circulaba sangre luminiscente.
Solarys se había apartado del área momentos después. Alma se le unió más tarde tras terminar con los últimos drones y centuriones. Afinando sus sentidos no percibió rastro alguno de ninguna otra abominación rezagada. Aquel punto de infestación estaba oficialmente limpio.
La Rider Red y su Dhar Komai sintieron entonces un temblor bajo sus pies. Con una señal telepática, Solarys alzó el vuelo con Alma manteniéndose aún en pie sobre su cabeza.
A cierta distancia pudieron ver el agujero en el suelo que había sido el punto de emergencia de la quimera.
De él salía una columna de llamas negras elevándose a las alturas con un extraño resplandor grisáceo en su contorno. Con un pensamiento, Alma activó las comunicaciones con sus hermanas y hermanos.
"Veo que estás haciendo una buena limpieza, Athea", dijo.
La respuesta no se hizo esperar.
"Todo el sistema de túneles y galerías subterráneas ha sido purgado. Recomiendo una inspección de los ecólogos cuando comience la restauración del área", respondió la Rider Black, "Localizado y neutralizado el portal garmoga."
La voz de Antos irrumpió en la conversación, "¿Funcionó mi teoría?"
Pese a no estar físicamente presente ante ellos, Rider Red y Rider Purple casi pudieron sentir el gesto de asentimiento de Athea al responder, "Afirmativo, Antos. Tu técnica ha funcionado a la perfección. El portal se colapsó sobre sí mismo sin descarga energética, solo puedo asumir que al otro lado los garmoga han tenido que lidiar con un resultado más desagradable."
"Oooh, tengo que hablar con los del ZiZ y ver si han registrado alguna lectura energética interesante en las zonas ocupadas de la galaxia", dijo el Rider Purple.
"Antos", interrumpió Alma, "¿Como está la situación en tu área?"
"Controlada. Quimera muerta y situación contenida. Nos dio un poco de guerra al principio, y tuve que lidiar con una evacuación de última hora, pero todo salió bien", explicó Antos, "Ahora quedan unos pocos drones, pero estoy dando cuenta de ellos. Adavante está manteniendo el perímetro seguro para que no se escabulla ningún bichejo y algunas de las tropas auxiliares están ayudando a ras de suelo"
"Lo mismo en mi caso", añadió Armyos uniéndose a la conversación, "La quimera no supuso demasiado problema, pero temo que esta zona va a estar en una cuarentena especialmente prolongada, la cantidad de residuos químicos que esa cosa dejó antes de mi llegada ha sido... bueno, esto ha dejado de ser una zona industrial y ahora parece más un vertedero tóxico."
"Parece que los ecólogos del Concilio tendrán horas extra", dijo Alma.
"Del todo. La cosa se ha prolongado un poco porque hemos tenido que ocuparnos Volvaugr y yo de toda el área contaminada nosotros solos. Tuve que explicarle a las tropas auxiliares que debían evitar la zona afectada salvo que contasen con el equipamiento adecuado. Va a dificultar labores de limpieza en general."
"Siempre es así con los garmoga, si ellos mismos no pudren un planeta de forma directa buscan formas indirectas de dejar la tierra baldía", observó Antos.
"Al menos no hemos tenido que perder un continente entero esta vez", musitó Alma, "¿Avra? ¿Cómo van las cosas en tu posición?"
Silencio.
"¿Avra?"
"¿No responde?", preguntó Armyos.
"¡Avra!", exclamó Alma.
"¿¡QUÉ PASA, JODER!?"
"Yyyyy... ¡Ahí la tenemos!", rió Antos.
"Avra, no respondías ¿Cuál es la situación?", preguntó Alma.
"La situación es que has interrumpido una charla muy agradable que estaba teniend... ah, no, Shin, no estoy hablando sola, es mi hermana, tenemos como este lazo de comunicación que solo nosotros..."
"Uh... ¿debo asumir que la colaboración con el guerrero de la Sentan Corp ha ido bien?", preguntó Alma.
"Oh, sí ha ido bien, dice...", comenzó Avra, "¡Ha sido la hostia! Deberíais haberlo visto, estaba a punto de darle a la quimera un guarrazo con mi espada, pero unos centuriones me agarraron al vuelo. Los rematé rápido, porque seamos justos, unos centurioncillos de mierda no son problema, pero antes de que pudiese volver a centrarme contra la quimera el tipo éste va y sale de la nada, en una moto voladora –lo cual es jodidamente guay y ¿por qué nosotros no tenemos alguna?– y ¡ZAS! ¡Le arrea TREMENDO PATADÓN a la quimera que la hizo salir volando por los aires!"
"Erm...", musitó Alma, intentando asimilar la descarga de verborrea de la Rider Blue.
"Avra... nosotros también hemos hecho volar a quimeras por los aires en el pasado a base de golpes directos", replicó Armyos.
"Siii, Armyos, claro, eso ya lo sé, joder. Pero Shin... Shin lo ha hecho con estilo", replicó Avra, casi susurrando la última parte.
"Oh, mierda", dijo Antos con consternación en su voz, "Conozco ese tono de voz."
"¿Te refieres a...?", preguntó Armyos.
"Como lo de Maltheas-7 otra vez", añadió Athea.
"Esperemos que no haya explosiones esta ocasión", susurró Alma, con ese tono de burla cariñosa que solo una hermana mayor podía tener. A Avra la sacaba de sus casillas.
"Oh, iros todos un poquito a la mierd... ¿Qué? Ah, no, Shin, tranquilo, es que mis hermanas y hermanos están siendo un poco gil... er... gente, voy a cortar porque me está mirando como si me hubiese salido una segunda cabeza. Y aún quedan algunos bichejos que rebanar en pedazos, así que eso."
"Bueno, creo que podemos dejar constancia de que todos los focos están controlados y que al menos el figurín de la Sentan Corp parece cumplir lo mínimo en el campo de batalla", dijo Armyos, "Es un alivio saber que no tendremos que hacerle de cuidadores en futuras operaciones conjuntas."
"Aunque seguro que Avra no tendría problemas en hacerle mimos", dijo Antos.
"¡AÚN PUEDO OÍRTE, CAPULLO!", resonó la voz de la Rider Blue.
Alma inclinó ligeramente la cabeza con un tenue gesto de dolor incómodo, como si su hermana estuviese justo a su lado gritándole a los oídos. De todas formas parecía que todo estaba bien, era cuestión de terminar de asegurar las áreas afectadas y...
Un chasquido en su casco marcó una comunicación por radio de parte de los Corps. La voz del director Ziras resonó en el sistema de comunicaciones de los Riders.
"Alma, he sido informado de que la situación en Alirion está controlada."
"Efectivamente señor, íbamos a proceder a..."
"No", interrumpió Arthur Ziras, "Dejen los protocolos finales a las tropas auxiliares y a la flota del Concilio. Los necesito de vuelta en Occtei, la base de los Rider Corps está sufriendo un ataque."
¿Qué?
"El intruso ha sido identificado como Dovat, asistente de Tiarras Pratcha. Cuenta con habilidades mórficas. Los prototipos Janperson han intervenido dirigidos por la doctora Vargas, pero ésta necesita más ayuda. Se dispone a combatir de forma directa con la intrusa..."
La sensación que inundó a Alma en aquel instante no podía describirse con palabras.
¿¡Qué!?
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