Para Avra Aster la situación no era nada complicada.
Atacante enemiga ataca la base de los Rider Corps. Toca repartir una buena ración de hostias a atacante enemiga. Más sencillo imposible.
Quizá por eso le causaba una sensación extraña el hecho de que la oponente parecía estar a punto de caer en un ataque de pánico histérico si no estaba leyendo mal su lenguaje corporal. Ciertamente, vérselas con los Riders podría ser explicación más que suficiente para aquella respuesta emocional, pero Avra sentía que algo se le escapaba.
Decidió no darle más vueltas. La Rider Blue siempre pensaba mejor en el fragor del combate, por eso fue la primera en atacar, lanzándose de lleno contra Dovat, que procedió a esquivar sus acometidas y las de los demás durante el siguiente minuto.
Ahí es cuando las cosas se complicaron.
En un momento dado Avra se lanzó en línea recta contra Dovat, con su espadón refulgiendo en mano dispuesta a asestar un tajo directo a la guerrera atliana de armadura rojiplateada. Estando apenas a un metro y medio de ella, en milésimas de segundo y ya con su arma trazando un arco de impacto, un resplandor escarlata se interpuso entre las dos combatientes.
Con volutas y esquirlas de energía rojiza aún evaporándose en el aire, la recién materializada Alma Aster sujetó la muñeca de su hermana pequeña, deteniéndola en seco y frenando su ataque en el acto.
"¡Avra, espera! ¡Tenemos que intentar r...!", exclamó.
Pero la Rider Red no pudo terminar sus palabras. Con un grito de pánico Dovat entrechocó sus antebrazos formando una X ante sí, y produciendo una explosión de energía. Una onda de luz azulada pálida arrojó a las Rider Red y Blue por los aires, haciéndolas volar por encima de las cabezas de unos sorprendidos Antos, Armyos y Athea.
Su corto trayecto finalizó cuando ambas impactaron contra la fachada de uno de los rascacielos evacuados, quedando prácticamente incrustadas en la misma.
"Ugh... ¿qué ibas a decirme, Alma?", preguntó Avra.
"Que... que tenemos que razonar con ella", musitó Alma Aster.
"Pues ha ido de fábula el intento", gruñó la Rider Blue mientras intentaba separarse del edificio, "Teniendo en cuenta que cuando llegamos parecía que ibas a hacer caer la justicia de los Cinco Infiernos sobre esa tipa ¿qué es lo que ha cambiado?"
"Según Iria, está sufriendo Síndrome de Sincronización Berserker."
Cualquier atisbo de irritación o sarcasmo desapareció inmediatamente en Avra, "Mierda", susurró.
Mientras tanto, en la superficie los Riders restantes habían optado por proceder a la acción, sin esperar a que sus dos hermanas retomasen el combate.
Athea fue la primera en reiniciar el asalto con una oleada de flechas de energía negra que volaron directas hacia Dovat. La guerrera atliana consiguió esquivar un número notable, pero otras tantas impactaron, creando reverberaciones en el campo de energía que rodeaba su cuerpo hasta que este se disipó de golpe con un destello.
La luz de la esfera mórfica en su pecho seguía parpadeando rojiza, y Dovat sentía cada vez más una sensación de pesadez en sus miembros, como si estuviese moviéndose en el interior de un líquido más denso que el aire. Dovat trastabilló, tropezando y cayendo de espaldas.
Fue eso lo que de forma fortuita la salvo de recibir en su cabeza un impacto directo del Mjolnija de Armyos. Pese a todo, la fuerza del golpe fue tal que el desplazamiento de aire fue más que suficiente para arrojar a la atliana varios metros hacia atrás rodando por el suelo.
Directa a donde Antos se había tele-transportado con su lanza en mano.
Ya fuese porque buscaba solo reducir a su oponente o porque él también sentía de forma subconsciente que algo iba mal con su enemiga, el Rider Purple optó en el último segundo por desmaterializar su lanza Gebolga y limitarse a propinar un fuerte golpe sobre el torso de Dovat que la hizo detenerse de golpe y caer de lleno en el suelo.
El impacto fue tal que un pequeño cráter se formó bajo los dos.
Tumbada boca abajo, Dovat intentó levantarse con un lastimoso quejido. Su armadura parecía haber comenzado a emitir volutas de vapor luminiscente y la luz de la esfera de su pecho había dejado de parpadear, volviendo a tener un tono azulado aunque mucho más tenue de lo normal.
Su intento de incorporarse se frenó en seco cuando notó en la nuca el extremo del mango de la lanza de Rider Purple, que estaba en pie justo ante ella.
"Por favor, no te levantes", dijo Antos.
Armyos y Athea se estaban acercando a su posición cuando Alma y Avra volvieron a hacer acto de presencia, cayendo justo ante ellos desde lo alto. Avra hizo un gesto con su mano instándoles a detenerse mientras Alma prosiguió su avance hacia la caída Dovat, que seguía tumbada bajo la vigilancia de Antos.
"Dovat", comenzó, "Sé que estás asustada, y furiosa. Una emoción alimenta a la otra y se alternan en un ciclo cada vez más agudo. Pero puedes sobreponerte, céntrate en mi voz..."
Mientras Alma continuaba hablando al acercarse a su oponente, Athea nunca dejó de mantener su arco en posición, apuntando a Dovat desde la distancia. Al tiempo, Armyos bajó su martillo dejando que el arma se disipase en sus manos y se acercó a Avra.
"¿Qué es lo que está pasando?", preguntó extrañado el Rider Orange.
"Al margen de cuales fuesen sus intenciones iniciales, parece ser que Iria ha determinado que nuestra visitante está sufriendo Síndrome de Sincronización Berserker."
Todo el cuerpo de Armyos se puso en tensión.
"No tengo buenos recuerdos de eso... ese primer año fue..."
"Yo tampoco", dijo Avra, "Al menos nosotros ya tuvimos tratamiento. En cambio, mamá no..."
Un estruendo de fuselaje y cemento cortó sus palabras cuando el carguero pilotado por Ivo Nag y Axas se movió, separándose del rascacielos contra el que la nave había trazado un surco antes de detenerse al golpear el edificio adyacente.
El aire se llenó de un silbido cuando de la parte frontal interior del vehículo cayeron dos docenas de misiles de fragmentación directos a la plaza.
No impactaron directamente contras los Riders o la superficie, produciéndose las detonaciones en el aire varios metros por encima de ellos. Pero la fuerza de las ondas expansivas fue suficiente para dispersar a los Riders de sus posiciones mientras que Dovat apenas se desplazó al estar aún tumbada sobre el cráter que había formado su cuerpo tras recibir el golpe de antes.
Las bolas de fuego que bañaron el área también contribuyeron a la desorientación general.
A pesar del estruendo, una voz pudo oírse con claridad en el interior de la nave.
"¡ACABA DE BOMBARDEAR A MI HERMANA!", gritó Axas.
"¡Tu hermana está bien, y también lo estarán ellos!", replicó Ivo Nag, "¡No tenemos mucho tiempo, pollito, así que agarra un rifle y abre la puerta de carga trasera para recogerla!"
Axas decidió hacer caso a las instrucciones de Nag, a pesar de su furia.
"¡Un día de estos va a tener que contarme de donde ha sacado el tiempo, dinero y recursos para equipar un carguero con armamento propio de un destructor sin que nos enteremos, doctor!", exclamó mientras pulsaba el botón de apertura. Aunque las llamas ya se habían disipado en su mayor parte, o habían sido dispersadas por la propulsión de la nave al descender, lo recibió una oleada de aire caliente golpeando su rostro.
"¡Si, un día de estos!", replicó Ivo Nag con un graznido que bien podría haber sido una risa, "¡Ahora consigue que tu hermana salte aquí dentro y reza para que podamos darles esquinazo, porque estamos jodidos! ¡Los propulsores estándar funcionan y también el hipermotor, pero ese golpe de antes ha jodido el eyector principal."
Lo que significaba que la nave podía volar e incluso saltar al hiperespacio, pero carecía del propulsor necesario para superar la gravedad de un planeta y abandonar su atmósfera.
Y proceder a saltar al hiperespacio en cualquier parte que no fuese el vacío estelar del Mar Interminable, era una mala idea.
Efectivamente, estamos jodidos, pensó Axas al tiempo que intentaba aclarar su vista. Sus ojos estaban llorosos por el calor y los restos de humo y ceniza.
Aún con su visión borrosa pudo ver como la superficie de la plaza se había ennegrecido y estaba cubierta de restos de cemento y cristal. Ninguno de los edificios circundantes se había derrumbado, pero la onda expansiva había causado múltiples daños superficiales. El complejo de los Rider Corps parecía menos afectado a pesar de su mayor cercanía con el punto de impacto, seguramente dada su construcción pensada para funciones de defensa.
Pudo ver también a los distintos Riders dispersos por toda el área, levantándose sin daños aparentes pero claros signos de desorientación. Parecía que si bien unos cuantos misiles no eran suficiente para herirles realmente, el efecto de una onda expansiva seguía pudiendo desequilibrar sus sentidos, sobre todo si los había pillado por sorpresa.
Axas nunca sabría que en aquel preciso instante, Avra Aster se reprochaba a si misma con espinoso lenguaje el haberse olvidado de la presencia de su nave, entre otras cosas.
Finalmente, entre las volutas de humo y llamas disipándose, Axas pudo ver a su hermana y el rifle casi se le escapó de las manos.
Dovat ya no estaba caída en el suelo. Se encontraba de rodillas, envuelta de nuevo en una tenue aura azul e incluso desde lo alto Axas pudo apreciar que la luz de su esfera mórfica volvía a brillar con intensidad.
Pero lo que había causado estupor al joven atliano fue la presencia de Rider Black de pie junto a Dovat, con una mano sobre su hombro e inclinada sobre ella casi como si...
Le está susurrando algo al oído, se percató Axas, ¿Pero qué...?
El hilo de sus pensamientos, que sin duda traería consigo una marea de dudas y preguntas, se cortó de lleno cuando el rugido de los Dhars llenó el aire. Axas pudo oír a Ivo Nag expresando una acción anatómicamente imposible en una interjección de malsonante frustración.
Parecía que la desorientación sentida por los Riders había sudo suficiente para que a través de sus lazos psíquicos atrajese la atención de sus draconianos compañeros, que ahora descendían sobre ellos.
De repente, una columna de luz azulada bañó toda la plaza.
Axas retrocedió de nuevo hacia el interior del carguero y cuando sus ojos se despejaron pudo ver el rostro de su hermana cubierto por su armadura, sus enormes ojos casi insectoides mirándole desde una máscara plateada. De tamaño gigantesco.
Dovat había incrementado su masa de la misma forma que cuando combatió a la quimera garmoga de Cias, pero el joven atliano habría podido jurar que su hermana ahora era incluso más grande que en aquella ocasión. Su voz resonó amplificada, como si hablase a través de un potente altavoz.
"¡AXAS! ¡VUELVE A LA CABINA! ¡ABROCHAOS LOS CINTURONES!"
Axas obedeció tras presionar el control de cierre de la puerta de carga trasera. Mientras corría hacia la cabina sintió la nave moverse y temblar, movimiento acompañado por un sonido metálico sordo e intenso sobre el fuselaje exterior.
Supo instintivamente que su hermana estaba agarrando el carguero, como si la nave fuese un modelo de juguete para ella. Había llegado a la cabina de mando y se había atado a la silla de copiloto con el arnés de seguridad junto a un Ivo Nag con su plumaje erizado cuando todo el vehículo se inclinó hacia el lado izquierdo. De no haber estado sujetos habrían caído de sus asientos.
La voz de Dovat les llegó desde el exterior como un trueno, aún más intensa que antes.
"¡AGARRAOS BIEN!"
En el exterior, sobre el suelo quemado de la plaza, Athea Aster observó como Dovat cambiaba de tamaño a unos pocos pasos de ella al tiempo que sintió como sus hermanas y hermanos ya recuperados se acercaban.
Dovat, con una estatura que sin duda debía superar los ochenta metros, agarró el carguero de apenas unos treinta y siete metros de longitud que flotaba en el aire ante ella y lo colocó bajo su brazo izquierdo como quien sujetase un fardo o un paquete. La guerrera gigante lo hizo con inusitada delicadeza, al tiempo que el aura azul que envolvía su cuerpo se extendía alrededor de la nave, añadiendo una capa de protección extra.
Tras ello, saltó hacia arriba, con su brazo derecho extendido hacia adelante. Pese a la fuerza de impulso no hubo ninguna descarga de energía no movimiento súbito de masa de aire siendo desplazada que afectase a la superficie. Pese a la corta distancia a la que se encontraba de la atliana, Athea Aster no cayó arrojada al suelo.
Y Dovat subió y subió, como un proyectil. Sintió el poder de nuevo con claridad dentro de ella, el embotamiento en su mente de las últimas horas se había disipado.
Los Dhars, que bajaban hasta su posición, se apartaron de su camino por puro acto reflejo, como si pudiesen sentir que no podrían frenarla.
Dovat pudo sentir la mirada de Solarys cuando la Dhar Komai roja descendió pasando justo junto a ella, en direcciones opuestas.
De nuevo desde la superficie, los Riders pudieron ver que el prodigioso salto no parecía tener fin. Dovat aceleraba cada vez más en lugar de comenzar a descender. Pues, como estaba ya claro, no era un mero salto.
"Hum...", musitó Antos a espaldas de Athea, "Sabía lo del gigantismo por lo que vimos en las grabaciones, pero no que pudiese volar por sí misma."
"No creo que ni ella misma lo supiese hasta ahora", dijo Alma acercándose a Athea. La Rider Red se situó junto a su hermana sin apartar la vista de los cielos, donde Dovat era ya poco menos que un punto luminoso desvaneciéndose en el firmamento.
"La he ayudado", dijo Athea antes de que Alma tuviese que hacer ninguna pregunta, "Le dije algo que la ayudó a centrarse, creo que lo que buscaba."
Alma asintió, "Vamos a tener que hablar de esto", dijo.
"Solo tú y yo", dijo Athea con un tono que no dejaba la puerta abierta a discusiones, "Y ni una palabra al Mando."
"Muy bien."
A espaldas de las dos, Armyos, Antos y Avra habían desmaterializado sus cascos y se miraban entre sí con expresiones de perpleja preocupación. Pero aunque no tenían muy claro que se traían sus hermanas mayores entre manos, los tres Aster más jóvenes estaban seguros de que lo sabrían a su debido tiempo.
******
Dovat no se detuvo hasta que habían alcanzado una distancia considerable lejos de Occtei. Estaba bastante segura de que ninguna nave o patrulla les seguía el rastro.
Tras comprobar que el fuselaje externo de la nave carguero no presentaba daños serios ni nada que comprometiese su integridad estructural, Dovat disipó el campo de energía alrededor del vehículo al tiempo que comenzó a reducir la masa de su cuerpo a sus proporciones y tamaño habituales.
La puerta de carga trasera se abrió tras unos pocos minutos, con un Axas embozado en un viejo traje espacial, sujetando el cable de seguridad que lo mantenía agarrado a la nave como si le fuese la vida en ello.
Dovat entró al compartimento de carga de la nave junto a su hermano. Cuando la puerta se cerró tras ella y las luces pasaron de un rojo intenso al verde que denotaba la normalización de la presión del interior de la nave, la joven atliana dejó finalmente que su armadura se desmaterializase con un suspiro.
Por su parte, Axas se había quitado el casco del traje espacial y estaba en proceso de quitarse los guantes cuando su hermana lo envolvió en un abrazo, levantándolo del suelo debido a la diferencia de altura.
"¿Dovat? ¿Qué...?"
"Lo siento", dijo la muchacha con voz entrecortada, "Estaba tan segura de todo, creía que... pero lo único que he conseguido es poneros a vosotros y a un montón de gente en peligro y... Dioses, lo siento."
Axas devolvió el abrazo a su hermana. Tras unos pocos segundos de sollozos contenidos, Dovat lo bajó con delicadeza, posando sus manos sobre sus hombros como su tuviese miedo de soltarlo del todo. Axas sujetó una de las manos de su hermana y le dio un suave apretón.
"Tranquila. Estamos bien... estaremos bien...", dijo, "Parece que al final no valió de mucho lo de entrar y preguntar educadamente ¿verdad?"
Un amago de sonrisa amarga quiso formarse en los labios de Dovat, pero no lo consiguió del todo, "No. No llegué al archivo... Cinco infiernos, ni siquiera averigüé en que parte del edificio tenían sus archivos..."
"Así que volvemos con las manos vacías, polluela", interrumpió Ivo Nag. Dovat y Axas se volvieron hacia el viejo phalkata, que reposaba apoyado contra el marco de la portezuela que unía la zona de carga con el corredor que llevaba a la cabina de mando.
Una expresión pensativa dominó el rostro de Dovat, quien bajo la vista por un segundo antes de devolver la mirada a Nag y a Axas.
"Puede que no, doctor", respondió la atliana, "Al final sí que he encontrado algo."
El entendimiento brilló en los ojos de Axas, "Rider Black", dijo, "Cuando estaba junto a ti... la vi susurrándote al oído."
Dovat asintió.
"Me dio un nombre", explicó la joven atliana volviéndose de nuevo hacia Ivo Nag, su voz de nuevo recuperando su vieja determinación, "Una persona que podría haber recibido los datos del tío Tiarras."
"¿Y el individuo en cuestión es...?", preguntó Nag.
"Tenemos que encontrar a una mujer humana llamada Meredith Alcaudón."
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